«Eso ha sido la hora de las tortas, nene«

Seguimos con las aventuras espaciales del grupo de antihéroes de moda en el mundo del cómic. Ya vimos el mes pasado que Brian Michael Bendis había decidido volver a separar al grupo para poder ahondar en los personajes. Esto es algo que le hemos visto hacer varias veces en los últimos años en cada serie de la que se ha hecho cargo (me vienen a la memoria los simpáticos capítulos que dedicó en La Imposible Patrulla-X a esos nuevos alumnos ahora desaparecidos de la faz de la Tierra con el cambio en los equipos creativos tras las Secret Wars). En esta ocasión les toca el turno a Mapache Cohete, un personaje bien acostumbrado a las aventuras en solitario gracias a su cabecera mensual, y La Cosa, que lleva años sin disfrutar de una colección propia, pero que durante mucho tiempo gozó de ese privilegio gracias a ser el más carismático de los integrantes de los 4 Fantásticos.

Le tenía muchas ganas yo a este cómic. Poder disfrutar de una historia en la que Ben Grimm sea el héroe guapo que salva a la dama y es aplaudido por sus compañeros no es nada fácil. Mucho menos si tachamos de la lista las veces en las que el sobrino favorito de Petunia ha recuperado su aspecto físico previo al accidente que le cambió la vida. Pero es que ahora estamos a cientos de estrellas de distancia de la Tierra y en esta ocasión la rocosa cara de Ben es tan (o tan poco) atractiva como la de cualquier bicho de diez brazos y pelos en las uñas. Así que siéntense señores, y disfruten de un capítulo de puro divertimento.

«¡Aquí no se puede tener ni un poquito de intimidad!«

Basta con leer la frase que abre el artículo y que vemos repetida en la viñeta con la que lo ilustro. Bendis nos trae a un Grimm libre de ataduras que por fin puede disfrutar de aventuras de verdad sin la presión de ser el centro de atención por aquello de pertenecer a la «primera familia». Este número, al completo, sirve para su lucimiento y para que el guionista pueda desarrollar su química con otro de los personajes carismáticos de la colección. Cohete se convierte aquí en una suerte de groupie que disfruta con las burradas de su amigo anaranjado. Lo cierto es que, si nos para os a pensar un momento, resulta interesante pensar en que nuestro peludo amigo también ha tenido que pasar por un infierno de miradas y juicios en voz baja debido a su condición de ‘experimento’ y a su solitaria existencia en la galaxia. No es de extrañar que estos dos personajes, tan empeñados en disfrutar de las pocas oportunidades de ser feliz que a la vida, hagan buenas migas desde el primer momento.

Guardianes de la Galaxia #7

Dicho esto, y a la espera de que este mes de septiembre pueda leer la aventura de Veneno y Groot, me parece que se ha integrado mejor este personaje que el del simbionte dentro de los Guardianes. Veneno, pese a haber disfrutado de una saga propia que ha cambiado de forma definitiva nuestra percepción de los alienígenas de su raza, sigue siendo un extraño entre los más buscados de la galaxia, mientras que Ben (al limitarse a disfrutar de lo que va llegando) ha entrado de lleno en la dinámica del grupo, muy en la línea de Kitty.

Guardianes de la Galaxia #42 no tiene mucho más (ni nada menos) que ofrecer que unas cuantas páginas de pura diversión y tortazos mayúsculos. Me alegro, y nunca creí que escribiría estas palabras, de la disolución de los 4 Fantásticos: le ha dado al universo Marvel un grupo de personajes ansiosos por crecer y evolucionar en manos de los autores más cañeros de la última década.