Repasamos el segundo volumen del coleccionable dedicado a la etapa de Grant Morrison al frente de New X-Men.

El segundo volumen del coleccionable mutante dedicado a la etapa de Grant Morrison al frente de New X-Men nos presenta Salas de peligro, capítulo puente entre lo acontecido en el tomo anterior y el siguiente arco argumental (incluido en este libro), Generación sin gérmenes, además de el genial episodio Silencio: Rescate psíquico en marcha, relato enmarcado dentro del mes mudo de la editorial (febrero de 2002), según el cual ninguna de las historias publicadas ese mes podía utilizar diálogos (hace algunos meses ya pudimos ver otro excelente ejemplo de la iniciativa reeditado en el tomo A lo mejor el año que viene de la colección Peter Parker: Spiderman).

Con las nuevas bases ya bien cimentadas, Morrison recupera cierto clasicismo al presentar tramas que giran en torno a la búsqueda y «salvación» de jóvenes mutantes que descubren sus poderes. Niños perdidos que de la noche a la mañana se dan cuenta de que están solos en un mundo cargado de odio y temor y, lo que es peor, plagado de gente que quiere aprovecharse de ellos. El escocés enfrenta a la Patrulla-X a dos de sus creaciones para la serie: John Sublime y los U-Men. La eterna lucha entre el homo sapiens y el homo superior deja de ser tal con la aparición de los hombres-U, personas normales que a base de recibir trasplantes de órganos mutantes reciben nuevos poderes. Una tercera vía de evolución que pretende superar a la humanidad y usar a los mutantes como ganado. Un concepto muy sugerente que da al autor la oportunidad de explorar diferentes aspectos de unos protagonistas que tras la catástrofe de Genosha, intentan adaptarse a un nuevo entorno.

Es en este escenario donde dos mujeres, Jean Grey y Emma Frost cobran fuerza. Mientras Cíclope sigue un poco desubicado y Lobezno anda por su cuenta rescatando a jóvenes mutantes para la causa, Jean y Emma dan muestras del fuerte carácter que tienen. Morrison, consciente del potencial de ambos personajes no duda en darles el protagonismo en los momentos de mayor tensión de la historia, dejando que sean ellas quienes resuelvan los diferentes conflictos a los que se enfrentan junto a sus compañeros. Más allá de la concepción de nuevos personajes como Xorn o Fantomex, si de algún legado puede presumir New X-Men es del crecimiento que protagonizó Emma Frost. Grant Morrison la comprendía como nadie hasta aquel entonces, borrando el maniqueo tratamiento que había venido recibiendo y otorgándole un fuerte sentido de autoconciencia. Poco a poco iría adquiriendo un estatus y una importancia que recogerían con gran acierto autores posteriores como Matt Fraction al frente de Uncanny X-Men. Es una pena que Brian Michael Bendis, actual hombre en punta de la franquicia, no sepa sacarle todo el provecho a la Reina Blanca más que en contadas ocasiones.

Si por algo destaca este segundo volumen de New X-Men es por la inclusión del capítulo «mudo» Silencio: Rescate psíquico en marcha. No solo propone un reto a sus autores (Morrison y Frank Quietly) al condicionar la narración eliminando la posibilidad de usar cuadros de diálogo, sino que sirve para explorar las diferentes formas de ser de las dos protagonistas del tomo: Emma Frost y Jean Grey. Ambas se sumergen en la mente del líder de la Patrullla-X para salvarle, adentrándose en un mundo onírico, surrealista y muy siniestro en el que se atisban influencias que van de Dalí a Moebius. La historia tiene un componente experimental muy marcado, sin que por ello sea menos comprensible. Los autores conciben un relato digno del mejor Terry Gillian o David Lynch, aunque sin perderse en extravagancias que embarren la narración, a fin de cuentas su objetivo es llegar a todo el mundo por igual. Y para no perder detalle de esta magnífica historia Panini nos hace el mejor regalo posible incluyendo el guion de dicha historia, juntando cada página del mismo con su correspondiente página final para hacer comparaciones y ver como Quietly representa y traslada las indicaciones del guionista.