Secret Wars: Inferno

Secret Wars. Crossover: Inferno

Secret Wars: InfernoLas buenas sensaciones que dejaron Dennis Hopeless y Javier Garrón en sus últimos encargos marvelitas (véase Spider-Woman y Cíclope) no encuentran su continuación en Inferno, una de las muchas miniseries aparecidas a propósito del gran evento de la editorial en años: las Secret Wars.

 

Originalmente, Inferno fue un crossover mutante de los años ochenta que unió a la Patrulla-X con Los nuevos mutantes y Factor-X (por aquel entonces formado por los miembros originales de la Patrulla, con Cíclope y Jean Grey a la cabeza), y que estaba pensado para esclarecer bastantes puntos negros que asolaban a la franquicia por aquel entonces, como el descubrimiento de la identidad de Madelyne Pryor o el destino que esperaba a Illyana Rasputin (Magik) tras varios años de caída al abismo. Un evento muy ambicioso que encuentra en Secret Wars la exuca perfecta para volver a la actualidad con una secuela al más puro estilo What if…

 

Aquí nos situamos cinco años después de los acontecimietos del evento original. La Patrulla-X perdió y los demonios se hicieron con Manhattan. Desatado el limbo sobre la ciudad, nuestros héroes no encontraron otra solución que la de «atrapar» los dominios infernales bajo una cúpula. Fuera, Cíclope y los suyos seguirían haciendo lo que mejor saben: proteger a los inocentes. Dentro, la Niña Oscura sería ama y señora.

 

Siendo el reverso demoníaco de Illyana la mayor amenaza de este mundo, es lógico que Hopeless optara por tomar a Coloso (su hermano) como principal protagonista de la miniserie, recuperando ideas tratadas en guiones anteriores y que tan buenos resultados le habían dado, como la relación amorosa entre Piotr y Domino (desarrollada a lo largo de su etapa al frente de Cable y X-Force). Así, aunque encontramos a otros hombres y mujeres-X como Jean Grey o Rondador Nocturno, son Coloso y algunos de sus compañeros de batallas de X-Force los grandes protagonistas de la aventura.

 

El tono más distendido y de comedia de acción que imprime el guionista al relato no casa bien con lo que se le presupone dado el contexto. El apocalipsis ha tenido lugar y el infierno está sobre La Tierra. Por si fuera poco, el actor principal debe lidiar con una pena y una obsesión que lo consume por dentro y por fuera. Pero nada de eso se transmite. No hay tragedia ni terror por alguna parte. No existen pretensiones al respecto; y en cambio hay mucho de acción de Serie B. Julián Clemente cita en su artículo final dos ejemplos (dados por el propio guionista): 1997: Rescate en Nueva York y Posesión Infernal. De la primera si podemos apreciar detalles, de la segunda, por más que haya demonios y comedia, no hay atisbo de la angustia en la que vivían los personajes. Referencia para el postureo.

 

El problema radica en el enfoque que se le ha dado a la historia. Inferno es una aventura muy ligera que no sabe explotar los elementos de los que dispone a su alcance, generando cierta distancia con sus lectores, conscientes de la poca maña del autor para aprovechar lo que tiene a su alcance. Y no es cuestión de que la comedia y el terror no puedan ir de la mano (la misma Posesión Infernal o el cómic Nancy in Hell así lo corroboran), sino de que el autor no ha sabido moverse en este terreno.

 

El arte de Javier Garrón, por su parte, tampoco es ninguna maravilla. Visto lo bien que se desenvolvía en Cíclope, con un montón de seres extraños, era de esperar que con una horda de demonios a los que retratar, tuviera la oportunidad de desarrollar ingeniosas creaciones y dar rienda suelta a diferentes diseños. Nada más lejos de la realidad. Y la sensación que transmite es la de haber tenido que cerrar el encargo con mucha prisa: poca variedad en el diseño de los duendes/demonios que pululan por la ciudad, proporciones y posturas mal trabajadas (especialmente en las secuencias de acción), escenas de multitudes muy confusas y rostros poco detallados o mal dibujados (no ayuda el trabajo de Chris Sotomayor al color). La diferencia entre las portadas (del propio Garrón) y las páginas, es más que notable.

 

En resumen, un trabajo que no está a la altura de las expectativas.

Acerca de Daniel Lobato

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El padre de todos, pero como a Odín, se me suben constantemente a las barbas. Periodista de vocación cinéfila empecé en deportes (que tiene mucho de película) y ahora dejo semillitas en distintos medios online hablando de cine y cómics. También foteo de cuando en cuando y preparo proyectos audiovisuales.

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