Vampirella llega con el segundo volumen de la nueva etapa iniciada por Eric Trautmann en la que el complejo de objeto sexual del personaje ha dado paso a una serie de aventuras con un claro componente detectivesco y superheroico. Vampirella (acompañada de su ayudante/»mascota» Sofía) recorre el mundo resolviendo misterios de tintes sobrenaturales y demoníacos, ya sea usando sus habilidades físicas y telepáticas o con desarrollados planes que dan fe de su astucia.

Este Asesinato de cuervos se compone de dos historias que ponen a prueba a nuestra pareja protagonista. La primera las enfrenta a tres hermanas venidas del mismísimo infierno. Comienza con un tono de suspense, muy apegado al thriller de terror, aunque luego deviene en un relato de acción con peleas entre fuerzas sobrehumanas bastante más convencional aunque bastante entretenido.

El segundo relato de este tomo (que se compone de los números 8 al 11 de la edición americana) nos mete de lleno en una sesión de exorcismo, sumergiéndose (como ocurriera en el volumen anterior) en realidades oníricas que les dan la excusa a los guionistas e ilustradores explorar ese lado pulp más clásico de la vampiresa y vestirla con su icónico mini-atuendo. Y ello de forma justificada, sin ir en contra de las bases sentadas en esta nueva etapa.

Una de las peculiaridades de este breve segundo libro es que está escrito a dos manos (realmente un autor por historia) por Eirc Trautmann y Brandon Jerwa y dibujado tres artistas diferentes: Fabiano Neves, Heubert Khan Michael y Johnny Desjardins. Si bien a nivel argumental hay cierta homogeneidad de ideas y narración, en la parte visual el resultado es bastante desigual. En este aspecto lo mejor son, sin duda, las portadas de Jelena Kevic-Djurdjevic (aunque por desgracia seguimos sin poder disfrutar de todas).

¿La mayor pega? La desganada y pobre introducción de Marco Ricompensa, que se limita a resumir lo acontecido en el primer tomo.

En resumen, Asesinato de cuervos sigue y profundiza en las directrices marcadas por Trautmann en el primer volumen; funciona como buena continuación (recordemos que el primer número dejaba un final bastante cerrado) y como primera lectura, dejando esta vez sí, un desenlace completamente abierto.