Chew #8 – Recetas Familiares: Tu gallo se ha comido a mi madre

Chew #37
John Layman vuelve a dejarnos con la boca abierta con peculiar thriller gastro-policiaco.

Chew: Recetas Familiares«¡Debía ser un gallo tremebundo!«

Chew es uno de esos cómics que no deja indiferente. Con su humor desquiciado y sus personajes delirantes, ha provocado casi tantos detractores como fans incondicionales. Un servidor debería tratar de ser imparcial y limitarse a dar una visión no sesgada del trabajo de John Layman y Rob Guillory… pero seamos sinceros, sabéis que yo no soy de esos y no os estaríais leyendo esta reseña si esperarais un análisis sesudo sobre esta pequeña maravilla encuadernada en rústica por los amigos de Planeta DeAgostini.

Ya está, ya lo he dicho. Es lo que queríais oír, ¿no? Chew me encanta. Quizás sea por sus grandes dosis de humor absurdo, quizás sea por la infinidad de chistes ocultos a plena vista en todas y cada una de las viñetas de uno de los cómics independientes más exitosos de la última década en Estados Unidos. O quizá sea por la enorme galería de personajes con poderes aleatorios basados en la comida (enserio, ¿un erotizador de los platos?), o por la espectacular química entre guión y dibujo, o por Poyo… O porque tiene un argumento que engancha desde el primer compás y hasta que te das cuenta consternado de que se te han acabado las páginas del tomo actual (octavo en España) y que tendrás que esperar otro medio año (si no más) para descubrir cómo continúa la historia que envuelve a los Chu y al resto de personajes que los rodean.

«El gordo vendrá. El gordo tiene un plan«

Dejamos a Tony Chu a punto de degustar el dedo del pie de su propia y difunta hermana mientras que Olive, su hija, hacía lo propio con el de su propia y también difunta madre (y sí, es una escena que cuesta digerir). Mientras, a bastantes kilómetros de distancia, John Colby (el guaperas compañero de Chu en la FDA) se mete de cabeza en una operación cuyo peligro aumenta por momentos y que apunta cada vez más a una conspiración en la que estaría involucrado el mismísimo gobierno de los Estados Unidos.

Chew #37

Cada vez parece más obvio que la caza a la que Chu se ha lanzado en pos del asesino de su hermana, las sectas en contra del consumo de pollos, los asesinatos perpetrados por el Coleccionista y los oscuros planes de Savoy conducen a un inevitable cruce de caminos en medio de un evento que se prevé catastrófico para todos los participantes de esta tragicomedia culinaria. También parece cada vez más probable que dicho acontecimiento tendrá connotaciones de pura ciencia ficción… Ya veremos como gestionan Layman y Guillory un giro de los acontecimientos tan global acostumbrados como están a manejar a sus personajes en escenarios urbanos y policiales.

El único aspecto negativo que le encuentro a este cómic (y mira que me cuesta con un triunfador de los Premios Eisner y Harvey) es el caos manifiesto en el que se nos presenta en esta ocasión. Con continuos saltos hacia adelante y hacia atrás en el tiempo, resulta harto complicado seguir el hilo sin perderse en la maraña que forman las diversas historias que presenciamos en este volumen. Lo bueno es que como Chew invita siempre a su relectura a la segunda o tercera vez que lo devoramos la imagen de lo que nos pretendía contar aparece nítida en nuestra mente. ¿Será que somos todos un poco cibópatas?

Acerca de RJ Prous

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En la soledad de mi beca Séneca en Zaragoza aprendí a amar el cine mierder. Volví a Madrid para deambular por millones de salas y pases de películas para finalmente acabar trabajando con aviones. Amante del cine y de sus butacas, también leo muchos cómics y, a veces, hasta sé de lo que hablo.

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