Este tipo de relatos son toda una delicia para quienes se acercan al mito de Conan de forma causal, muy de cuándo en cuándo y que conocen más su figura cinematográfica que la literaria o la de las viñetas. Desde esta perspectiva, acostumbrados a ver al cimmerio viviendo mil y una aventuras en sus tiempos mozos, descubrirle con una tez más madura y reflexiva, convertido en rey de Aquilonia, pero sin perder esa gallardía que le caracteriza, resulta verdaderamente refrescante. Tanto como para que más de uno acabe enamorado del personaje y decida sumergirse en los decenios de años de historias que le acompañan.

Victor Gischler, guionista de la historia, no se olvida de los veteranos, y llama su atención poniendo en el foco de interés nada menos que a la también indómita Bêlit, gran amor de nuestro protagonista y la mujer que más ha marcado su vida. Los fantasmas de la Costa Negra pues, lo tiene todo: es un relato francamente accesible para el lector menos versado, y se nutre de elementos de vital importancia en la iconografía del personaje.

Y para ambos nos encontramos con un Conan novedoso, casi sorprendente, a caballo entre el ímpetu y la arrogancia que caracteriza a sus versiones más jóvenes, y el sentido de la responsabilidad del veterano rey que será. Esta historia se enclava en los primeros tiempos de Conan como monarca, se encuentra en un completo estado de evolución y maduración, aspecto que aprovecha con mucho tino Gischler para confeccionar a un personaje muy rico en matices. A partir de aquí nos adentramos en una estupenda exploración del personaje y su contexto, que para unos hace las veces de presentación de su mitología, y para otros supone todo un homenaje.

Cruentas peleas contra fieros guerreros y seres monstruosos, aparición de hechiceros y lugares donde gobiernan las artes místicas. Valerosos aliados, personajes a los que es preciso salvar y compañeros de viaje con oscuras intenciones. El volumen que nos ocupa da buena cuenta del esquema típico de los relatos de aventuras, con lo que la diversión está garantizada.

Si a un guion sumamente entretenido le sumanos el espléndido dibujo de Attila Futaki, estamos ante un libro más que recomendable. El dibujante se luce sobre todo en las secuencias de acción y en la creación de los escenarios, logrando por lo general una composición de viñetas muy atractiva que nos sumerge de lleno en el mundo muchas veces inhóspito del cimmerio.

Y si el relato Los fantasmas de la Costa Negra nos sabe a poco, el libro viene acompañado de otras tres historias que complementan la lectura. De una extensión mucho más corta, sirven para terminar de perfilar el carácter del personaje, abrazando cada una una etapa de su vida y un aspecto diferente de sus historias. Así, la primera nos presenta a un Conan mucho mayor, convertido en un monarca de vuelta de todo, enfrascado en una trama palaciega en la que está en juego el honor y el poder dentro de la corte. La segunda abraza una vertiente más tenebrosa y mágica con un Conan aún deambulando por el mundo en busca de desafíos. Mientras, la tercera, aún guardando ciertas similitudes con la anterior, tiene un corte más clásico y aventurero.

El tomo se completa con las portadas originales de la miniserie Los fantasmas de la Costa Negra.