El trabajo que hacen Timothy Truman, Tomás Giorello y José Villarrubia en El fénix en la espada es un acto de justicia hacia el personaje creado por Robert E. Howard. Siendo la primera historia de Conan (convertido ya en rey), ha pasado desapercibida durante décadas enteras. Entre los eruditos y estudiosos del personaje (como bien apunta Mark Finn en su estupendo artículo que cierra el cómic) pocos o muy pocos han posicionado este relato entre los más destacados de la historia del héroe cimmerio. Ya sea por su condición de precursora del desarrollo que tendría depués, ya sea por aglutinar con excelente tino en un solo relato gran parte de las características que definen a la fantasía heroica, El fénix en la espada merecería tener un mayor reconocimiento. Y eso es lo que se proponen los autores de esta adaptación al cómic editada en España por Planeta DeAgostini.

La historia nos presenta a un Conan ya convertido en rey que narra a un escriba (que está redactando sus memorias para la posteridad) las principales dificultades por las que atravesó al convertirse en mandatario de Aquilonia. Nada menos que un complot para traicionarle y arrebatarle el trono. Así, el relato nos muestra a dos Conan diametralmente opuestos: un anciano monarca ya de vuelta de todo y un bárbaro recién coronado.

En este punto es interesante contemplar el tratamiento que hace Timothy Truman del cimmerio, al que muestra «perdido» en la corte, deseoso de empuñar una espada y sumergirse en el fragor de una batalla. Algo a lo que se ha visto obligado a renunciar a causa de su nueva condición y que se resume a la perfección en una reflexión que hace el propio protagonista: «Estaba preparado para ponerme la corona… pero no para soportar su peso«. Un punto de partida para el personaje que enriquece y da una enorme complejidad a una aventura, a priori, bastante sencilla.

Desde el propio Conan a los enemigos que se va encontrando a lo largo de la historia, todos los personajes están tratados con sumo cuidado, otorgándoles una interesante gama de matices que invita a releer el libro una y otra vez. La narración va acrecentando su ritmo con cada capítulo, comienza de una forma más pausada, tomándose su tiempo para presentar la situación y a los actores implicados, pero en cuanto las bases se han asentado las espadas reclaman su lugar y la acción toma el control. Con un fondo muy shakesperiano (es imposible, por ejemplo, no pensar en Hamlet), el primer capítulo tiene un cariz más político y a partir del segundo va ganando cuerpo la fantasía hasta llegar a un agresivo episodo final en el que la sangre corre a borbotones.

Aunque si por algo destaca especialmente El fénix en la espada es por el arte de Tomás Giorello. La doble splash page con las que nos deleita casi al final del primer capítulo es una maravilla que manifiesta el enorme talento del dibujante. En ella, además de dejarnos con la boca abierta, resume de un golpe de vista las mil y una aventuras del cimmerio antes de convertirse en rey. Y aquí es donde encontramos el que quizás sea el mayor reto al que se enfrenta Giorello en este libro: mostrar a un Conan avenjentado y a uno en su plenitud vital de forma coherente y natural. Un reto que supera con holgura y del que disfrutamos en cada página, el anciano conserva el fuerte porte de su juventud, cargando de tal forma la experiencia vital que imprime en el lector unas ansias por conocer más sobre su historia.