El silencio de nuestro amigos es una historia de voluntades, un relato de héroes anónimos que luchan por la libertad y la dignidad del ser humano en un momento en que el odio y la desigualdad acompañaban a muchos desde que se levantaban por la mañana hasta que se acostaban por las noches. Una vida llena de obstáculos en el país adalid de la libertad.

Estamos en Houston, en el sur de EEUU, 1968. Mientras el grueso de la nación no despega la mirada del televisor preocupado por una guerra (Vietnam) que cada vez genera más descontento, otra batalla se libra en las calles, la de cientos de miles de americanos que son despreciados y segregados por su color de piel. El conflicto por los derechos civiles inunda las páginas de este cómic escrito por Mark Long y Jim Demonakos a partir de las vivencias reales del padre del primero de los autores. Obviamente, algunos personajes tienen nombres que no se corresponden a los reales y algunos pasajes son ficticios, pero como en toda obra pasada en hechos reales.

Aquí no vamos a encontrar a líderes de primera fila como Malcolm X o Martin Luther King Jr., pero los dos protagonistas de la historia: Larry Thomas y Jack Long (al igual que otros muchos héroes anónimos) fueron tan importantes para la causa como lo pudieron ser los personajes más mediáticos. El silencio de nuestros amigos es un sentido homenaje a una lucha que respira nostalgia por todas partes. Los autores nos presentan a dos familias (una blanca y otra negra) que, de primeras, poco o nada tienen en común, pero el destino hace que sus caminos terminen entrecruzándose.

Este es un relato tremendamente emotivo (gracias también, al excelente trabajo del dibujante Nate Powell, que ha gozado de una enorme libertad para componer las viñetas), con fuertes tintes autobiográficos, que no funciona tanto como denuncia social, sino como recordatorio de los sacrificios que hubo que hacerse para conseguir lo mínimo, que es la igualdad. Leemos la prensa, vemos los informativos, paseamos por las calles… ¿realmente hemos avanzado tanto?

Aunque más interesante que el conflicto por la igualdad racial, es el retrato más intimista y familiar que hacen los autores utilizando a la mujer y los hijos de Jack Long. A través de ellos vemos otro tipo de problemas relacionados con la integración y la percepción que muchas familias podían tener sobre Vietnam. No estamos ante un libro cargado de discursos épicos ni escenas grandilocuentes, sino de escenas cotidianas y cierta realidad costumbrista. Especialmente conmovedora es la escena en la que Julie y Mark van hacia el colegio (páginas 18 y 19), o en la que (páginas 106-107) los hijos de Jack y Larry se conocen, juegan y se extrañan con curiosidad ante las diferentes texturas de sus cabellos. Son estos retratos familiares los que enriquecen la historia y dotan a los protagonistas de una escala de grises, de matices, que difícilmente encontramos en el medio. Quizás se le pueda echar en falta cierta profundización en las motivaciones de algunos personajes para actuar como lo hacen (como el evidente problema con la bebida de Jack), pero no hay duda de que el mensaje principal: la superación y la lucha por unos principios, está ahí en todo momento.

El silencio de nuestros amigos es una lectura que se hace muy amena, incluso necesaria. Una pequeña píldora de historia, de la de verdad, la que escribimos nosotros y no los dirigentes.

La edición publicada por Planeta (en tapa dura) incluye, además, unas notas de Mark Long que ayudan a contextualizar el cómic y la historia que narra y un listado con las canciones que aparecen a lo largo del tomo. Probad a leer El silencio de nuestros amigos con esos temas de fondo. No os arrepentiréis.