Opus #2

Opus #2: ¡Devuélvanme mi droga!

Opus #2«¿¡Pero tú no eres Dios…!?«

 

No lo admito. No, no y no. No me puedo creer que la historia de Opus acabe con este segundo tomo. Rápido, que alguien invente algo para contactar con el más allá y podamos así preguntarle a Satoshi Kon cómo narices terminaba su historia.

 

Bien cierto es que este cómic lo tuvo todo en su contra desde un principio. La gran cantidad de compromisos que contrajo durante esa época el creador de Paranoia Agent no le permitían centrarse en esta obra más que de una manera tangencial y su obsesión por los fondos cuidados y los personajes detallados hicieron que cada capítulo supusiera una gran inversión en tiempo y esfuerzo para él y sus ayudantes. A todo esto se vino a sumar la desaparición de la revista Comic Guys, en la que se publicaba el manga, que terminó por finiquitar casi cualquier esperanza de los fans por volver a ver a los personajes de la serie (el resto de sus esperanzas se desvanecerían con la prematura muerte del autor).

 

Sin embargo, esta nueva edición de Planeta DeAgostini nos reservaba otra sorpresa más. Y es que la editorial, o más bien la editorial nipona de la que Planeta hace de distribuidora, incluye al final de este tomo un capítulo inédito, inacabado y sin entintar que, sin embargo, nos ayuda a aceptar un poco mejor el final de la serie a la vez que soñamos con las infinitas posibilidades que ofrecía el nuevo rumbo que pretendía abordar Kon en los números subsiguientes.

 

«¡¡Ahora va a cambiar el desenlace!!«

 

Lo estupendo que nos ha enseñado el manga de Opus ha sido la posibilidad de jugar con elementos metaficcionales sin que la verosimilitud de la historia se resienta. A los protagonistas del cómic los vemos saltando entre realidades con naturalidad mientras se van liberando de los hilos con los que su creador los ha ido controlando desde que Resonance comenzara a tomar forma. Nos encontramos frente a la eterna guerra entre el creador y su creación que ya plasmara Mary Shelley en su inmortal Frankenstein. La diferencia es que en este caso tenemos a dos creaciones guerreando por motivos muy distintos y a otras cuantas apoyando al «dios» que ha decidido caminar a su lado.

 

Opus #2

Opus #2

 

Opus logra, entonces, hacerse tan interesante a nuestros ojos que incluso la certeza de no poder ver completada la obra (aunque cualquiera sabe cuándo alguien podría decidir retomar las notas del maestro) no le resta ni un ápice a la magnitud de lo que nos está contando. Al igual que pasara con Paranoia Agent, Opus se trata de un manga extraño, experimental, pero con una belleza y una profundidad innegables.

Acerca de RJ Prous

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En la soledad de mi beca Séneca en Zaragoza aprendí a amar el cine mierder. Volví a Madrid para deambular por millones de salas y pases de películas para finalmente acabar trabajando con aviones. Amante del cine y de sus butacas, también leo muchos cómics y, a veces, hasta sé de lo que hablo.

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