La sombra blanca: Un laberinto de intrigas

La sombra blanca
Nos adentramos en el cómic francobelga con la última obra de Antoine Ozanam y Antoine Carrion.

La sombra blancaLas buenas sensaciones que nos dejó El canto de los sables nos hacía presagiar que el nuevo álbum de Antoine Ozanam y Antoine Carrion sería igualmente disfrutable, pero al poco de adentrarnos en La sombra blanca descubrimos que los autores se han perdido en su propio juego de intrigas y traiciones convirtiendo el «nada es lo que parece» en un «no se entiende nada».

La historia nos presenta a un rey moribundo, a un príncipe desaparecido y a un buen nutrido número de aspirantes al trono que se engañan y atacan unos a otros para hacerse con el poder.

Conspiraciones palaciegas que nada tienen que envidiar a las que protagonizan los Lannister y los Stark, pero las limitaciones del formato (la obra que Yermo Ediciones recopila se concibió en dos capítulos de 48 páginas) juega en contra del tropel de personajes que inundan el relato, con lo que las acciones se confunden y las tramas se superponen o caen en el olvido dando como resultado que discernir quién es quién y cuáles son sus alianzas sea una tarea francamente difícil y frustrante. Un tempo más pausado aumentando el número de páginas, desarrollando así mejor la historia, o una reducción de los actores implicados habrían sido buenas soluciones al problema.

Poco se puede destacar pues, de un relato que desaprovecha el potencial que se le presupone a su planteamiento y que se olvida tan pronto como se lee.

En su favor, sin embargo, nos encontramos con el dibujo de Antoine Carrion. El artista imprime una enorme expresividad a sus personajes y transmite muy bien la acción, con viñetas que fluyen de unas a otras, con gran movimiento, y que no rehuyen la violencia cuando es necesaria. De esta forma su dibujo se crece en las escenas de combate y en los primeros planos de los protagonistas. El color, que transita entre los amarillos (en escenas diurnas e interiores iluminados) y los azules (que abrazan las heladas noches y estancias como los aposentos del rey) ayuda a potenciar la atmósfera de desconfianza en la que viven los personajes. No hay mejor aliada para las intrigas que la oscuridad de la noche, y los autores demuestran estar de acuerdo con esta afirmación. Así, el excelente apartado visual relativiza –al menos un poco– las carencias de su guion.

Acerca de Daniel Lobato

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El padre de todos, pero como a Odín, se me suben constantemente a las barbas. Periodista de vocación cinéfila empecé en deportes (que tiene mucho de película) y ahora dejo semillitas en distintos medios online hablando de cine y cómics. También foteo de cuando en cuando y preparo proyectos audiovisuales.

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