La Gran Aventura de Winter el Delfín

La Gran Aventura de Winter el Delfín: Ortopédica

Alguien en Hollywood ha pensado que si en los 90 triunfaron Liberad a Willy y Flipper, veinte años más tarde una mezcla de las dos, aderezada por el omnipresente 3D, tiene que triunfar a la fuerza. Y, si bien esta cinta palidece una barbaridad frente a sus predecesoras, ese alguien ha acertado… para nuestra desgracia.

 

 

Nathan Gamble y la delfina Winter

 

 

No apta para mayores:

 

Que La Gran Aventura de Winter bebe de los éxitos de los 90 queda claro desde el primer minuto. Y es que no sólo Karen Janszen es la responsable de la secuela que se estrenó en 1995 de Liberad a Willy sino que el argumento (niño inadaptado que encuentra su sitio gracias a un mamífero marino) es calcado al de la cinta de hace dos décadas. Esto no debería suponer necesariamente un problema: Willy enseñó respeto por los animales a toda una generación, ¿por qué no recordarnos las bases a través de un delfín? Pero lo supone cuando los guionistas y el director (que igual os suena por ser uno de los Intocables de Eliot Ness) convierten al gamberro Jesse en el mimado Sawyer y edulcoran hasta tal punto el metraje que uno sale del cine escupiendo azúcar a cada paso.

 

Aún así, la cinta es un reclamo perfecto para que los padres “aparquen” a los críos en el cine y los tengan entretenidos durante casi dos horas (¿no os parece demasiado para un producto infantil?) El inconveniente es que los niños se quedarán con la moraleja de que si a uno le va mal en el cole no importa, que se lo salte a la torera y se vaya a nadar con delfines… Debe ser que en Estados Unidos no existe eso de la escolaridad obligatoria.

 

Made in USA:

 

La cinta ha funcionado bastante bien en el mercado norteamericano, donde alcanzó el número 1 en taquilla en su tercera semana de proyección (cuando El Rey León le dio permiso) allá por el mes de Septiembre. Una película simpática para ir cerrando el verano que nos llega a nosotros en mitad del frío y lluvioso otoño.

 

En Norteamérica también se han valido de un factor que difícilmente atraerá espectadores en nuestro país: el patriotismo exacerbado estadounidense materializado en un joven que se va a la guerra y vuelve mutilado y convertido en un héroe por ello como argumento secundario (y prescindible) del film.

 

 

Nathan Gamble, Morgan Freeman, Cozi Zuehlsdorff y Harry Connick Jr.

 

 

Técnicamente pasable:

 

Con todo hay que admitir que la cinta está bien rodada y que el 3D, si bien es del todo innecesario, puede llegar a gustar a los más pequeños. La música es agradable y contiene algunos temas musicales bastante bien encajados. Con el horrible doblaje de los protagonistas infantiles, por el contrario, poco puede hacerse.

 

Por otra parte los actores no desentonan (a Morgan Freeman le falta hacer un par de milagros para volver a ser el Hacedor, pero eso es harina de otro costal), pero dan la impresión de estar ahí sólo para soltar su frase y volver a un discreto segundo plano, para que podamos volver ver a Winter haciendo sus monerías.

 

En resumen:

 

Lo más inteligente para esos padres de niños bien educados que quieren ir al cine sería dejarles viendo esta cinta para largarse ellos a ver algo de cine de verdad. Lástima que muchos padres no puedan permitirse ese lujo.

 

Acerca de RJ Prous

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En la soledad de mi beca Séneca en Zaragoza aprendí a amar el cine mierder. Volví a Madrid para deambular por millones de salas y pases de películas para finalmente acabar trabajando con aviones. Amante del cine y de sus butacas, también leo muchos cómics y, a veces, hasta sé de lo que hablo.

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