Los Idus de Marzo

Los Idus de Marzo: En la política y en el amor todo vale

Si queremos ir al cine a ver una película diferente y que nos sorprenda, no estamos ante la mejor opción, pero lo que si encontramos es una mezcla de patriotismo, política y banderas americanas disfrazada de inconformismo que funciona perfectamente ante los ojos del espectador.

 

Tal vez el éxito de esta película sea el hecho de que trata sobre esos temas que nos llegan camuflados en gran parte de sus películas, pero esta vez sin necesidad de ocultarlos: Norteamérica como potencia número uno y la importancia del heroísmo por encima de la verdad. En todo momento estamos viendo a Estados Unidos, a su sociedad reflejada en una campaña política en la que todo vale para llegar al poder y donde religión y constitución se superponen a cualquier otro objetivo.

 

Ryan Gosling en Los Idus de Marzo

 

A pesar del patriotismo propio de una película hecha por y para americanos, parece que intenta destapar algún trapo sucio de su sistema electoral, o más bien de sus candidatos. En su sistema político se vota a la persona en concreto, no al partido. Lo más importante es ser perfecto, o al menos parecerlo. Lo que representa un candidato no es más que lo que la gente quiere oír.

 

Si algo aporta fuera de su país de origen a parte de un entretenimiento fácil y comercial muy efectivo, es acercar (a aquellos que no tuviesen mucha idea) cómo funciona el sistema electoral norteamericano. Aunque llegue a nuestras pantallas meses más tarde de su estreno en casa, llega en un momento adecuado pues estamos viendo en televisión precisamente la carrera política por Estados Unidos que se desarrolla en el filme.

 

En cuanto al elenco de personajes, hay que decir que no son muy variados, casi todos poseen las mismas características, y es precisamente el interés propio de cada uno y el egoísmo individual de todos ellos lo que crea el conflicto. Siempre tenemos alguno en pantalla, pero no profundiza en ellos. Planos medios y cortos casi todo el tiempo con el fin de ofrecernos las miradas de los personajes desde un punto de vista más cercano, pero si algo tienen en común todos ellos, eso es la falta de humanidad; lo que dificulta la identificación con cualquiera de ellos.

 

Los Idus de Marzo

 

El claro protagonista es Ryan Gosling (Drive, El diario de Noah), que absorbe por completo a su compañero George Clooney (Los Descendientes, Up in the air) que, con apariciones breves y escasas en su eterna mediocridad funciona mejor como reclamo que como actor. Además de sus breves apariciones, George Clooney dirige la cinta de una manera digamos correcta, sin dejar huella de ningún tipo salvo quizás en algunos desafortunados juegos de iluminación homenaje el cine negro que chocan con la imagen y no tienen cabida en un film de este tipo.

 

En cuanto al resto de actores, la cinta cuenta con unos secundarios de lujo: un siempre correcto Philip Seymour Hoffman (La duda, Capote), un infravalorado por el público Paul Giamatti (Win win, Cinderella Man) como antagonista, la eternamente joven Marisa Tomei (Crazy Stupid Love, El luchador) representando la frivolidad e intromisión de los medios de comunicación, y una Evan Rachel Wood (Thirteen, True Blood) que aporta un poco de sentimiento en el frío mundo de política e intereses personales entre los que se desarrolla la trama.

 

No es una película remarcable, pero sí recomendable para cualquier fan de las buenas interpretaciones y, ¿por qué no? de la política de la nación que se considera la primera potencia del mundo.

 

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