Después de haber surcado los cielos de Pandora con su piel azul sobre los lomos de Seze, Zoe Saldana se quedó con ganas de seguir repartiendo leña. Y en Colombiana, película hecha a su medida para que pudiera lucirse, se ha quedado a gusto. La actriz de New Jersey –convertida en una nueva Nikita– saca provecho de todo su carisma para llevar la batuta de la función y ser el hilo conductor de toda la trama.

En un momento en que la industria apuesta por el realismo en sus producciones de acción, Luc Besson ha decidido encaminarse a esa línea de producciones que hacen de las frases lapidarias y las situaciones inverosímiles su seña de identidad. El humor –un humor violento y muy gamberro– aparece en los momentos más oportunos para dejar claro que no es un producto para mentes pensantes.

Es evidente que el atractivo de Colombiana no se esconde en la complejidad de su historia: estamos ante una chica que se ha convertido en asesina porque quiere vengar la muerte de sus padres. No hay más. Ni tampoco luce por la profundidad y riqueza de sus diálogos. Si hasta se intercalan frases en castellano (en su versión original) de forma arbitraria y sin ningún tipo de criterio.

Lo que hace interesante a Colombiana es que tras un arranque algo lento dedicado a la presentación de los personajes, no da ni un respiro al espectador. La acción avanza de forma frenética y las casi dos horas de duración resultan tremendamente entretenidas. A esto ayuda sobremanera un montaje que sabe sacar provecho de las escasas escenas de acción (que pese a lo que pueda parecer no son muchas) y consigue cosas como que peleas cuerpo a cuerpo entre actores sin demasiada experiencia en este tipo de situaciones parezcan auténticos profesionales.