Desde hace dos – tres años a esta parte todo aquello con cierto regusto a los 80 mola (para bien y para mal). Remakes (o reboots), secuelas (o precuelas), versiones varias y, en definitiva, cualquier título que pretendidamente homenajea una década marcada en España por la movida.

En estas, era cuestión de tiempo que el cine patrio también cayera. El valiente (o el más avispado) ha sido Javier Ruiz Caldera, que ya con Spanish Movie probó (con más pena que gloria, al menos en cuanto a calidad de la propuesta) a “españolizar” un género tan marcadamente norteamericano como el de las spoof movies (películas paródicas como Agárralo como puedas o la más reciente Scary Movie). Ahora vuelve a repetir jugada con las comedias teen de esos añorados años ochenta. Y el referente es claro: El club de los cinco.

Con jóvenes sin nada en común: un atleta, una empollona, un malote… son castigados y acaban superando sus diferencias (y apariencias) convirtiéndose en grandes amigos. Todo muy similar, hasta que nos fijamos en un detalle: los chicos de Promoción Fantasma llevan 26 años muertos. Entre medias, un profesor que de crío era un pringado y de mayor las cosas no le van mucho mejor: va al psiquiatra, los trabajos no le duran ni un asalto y puede ver fantasmas.

El gran acierto de este film es que no se limita a homenajear o a copiar, sino que absorbe las convenciones del género y las explota con maestría, conjugando la fórmula de las películas «high school» con buenas dosis humor, emoción (sin caer en un excesivo sentimentalismo) y elementos fantásticos. Y es que no se achica ante los estereotipos que marcan el género: en unos casos los utiliza sin pudor y en otros les da una divertida vuelta de tuerca. El guión de Cristóbal Garrido y Adolfo Valor sabe que importancia darle a cada personaje, evitando de esta forma que secundarios como Joaquín Reyes, Juan Varela o Silvia Abril cobren demasiada relevancia en detrimento del plantel más joven.

Promoción fantasma, como es de imaginar, no revoluciona el género, ni mucho menos. Tiene una evidente vocación comercial, sin más pretensiones que la de hacer pasar un divertido rato a la audiencia (que no es poco), haciendo de las actuaciones su gran valor. Y en este punto Raúl Arévalo sobresale entre todos los demás, tiene un talento innato para la comedia y Ruiz Caldera le saca todo el provecho posible. Además, la química con Alexandra Jiménez es palpable desde los primeros planos que comparten, lo que ayuda a explorar la previsible subtrama amorosa con la seguridad de que va a funcionar. Y bien secundados por un joven reparto que cumple a la perfección en cada uno de sus roles, un Joaquín Reyes tan chanante como siempre y una Silvia Abril que recuerda a sus mejores personajes de Buenafuente.

Y como buen título referencial a los ochenta que se precie, Promoción Fantasma cede mucha importancia al apartado musical en el que resuenan grandes clásicos de los 80 (alguno, utilizado hasta tres veces), tanto españoles como anglosajones… y de los 90. Y he aquí uno de esos pequeños detalles que por pereza no se cuidan: [SPOILER] muertos en 1986, es muy poco probable que conozcan y canten el single de Shakira, Estoy Aquí, de 1995. Pero lo hacen. [FIN SPOILER]

La película es, pues, puro divertimento que salvados los prejuicios ante “los creadores de Spanish Movie” dejará un agradable sentimiento de nostalgia al público de mediana edad y (con suerte) abrirá las miras a esos jóvenes para los que los 80 y su cine son un tiempo demasiado lejano.