Zaya lo tiene casi todo: dos hijas preciosas, una hermana encantadora, una casa de lujo en uno de los planetas residenciales de la galaxia y una carrera de éxito como escultora holográfica. Pero Zaya viene de lejos: de la Espiral.

Aunque ya esté oficialmente retirada, sabe que no puede rechazar la llamada urgente de esta organización criminal galáctica, de la que fue miembro y una de las mejores asesinas. Nunca ha temido la muerte.

Pero si supiese que lo que la espera es algo peor, quizás se plantearía desertar…

Así se presenta Zaya, obra del guionista francés Jean-David Morvan y el ilustrador chino Huang JiaWei que se sitúa a medio camino entre el cyberpunk más clásico y el postcyberpunk; en un mundo en el que la inteligencia artificial se ha equiparado a la humana (con su consiguiente equiparación a nivel social y judicial), las mejoras cibernéticas están a la orden del día y, aún cuando el día a día no parece diferir mucho de la realidad actual, el ser humano habita en varios orbes siguiendo la tradición de las space operas, ampliando el escenario de acción a niveles «galácticos» con La Tierra como centro neurálgico, pero relegada a un segundo plano.

El primer tomo hace las veces de presentación. Varios miembros de La Espiral están siendo asesinados y Zaya tiene que abandonar su retiro para cumplir una nueva misión. En el segundo asistimos a la resolución de esa misión y a un giro argumental que plantea un marco completamente distinto, dando carpetazo a las expectativas lector especializado (sabiondo él), en su actitud indiferente y condescendiente ante la que parece una historia harto manida.

Sinceramente, quien entre en esa categoría, que deje el cómic en la estantería y deje de leer esta reseña. Zaya no es para él. A estas alturas de la película ¿qué historia no está manida? Lo importante ya no es tanto qué se cuenta, sino cómo se cuenta. Y la narración de Morvan engancha. Como buen narrador europeo, se toma su tiempo para presentar a sus personajes y adentrarse en el universo que ha creado, pero controla el tempo de tal forma para lograr que empaticemos con su protagonista y saber en que momento acelerar la trama o cuando debe emplear un giro de los acontecimientos para mantener la atención del público.

Es cierto que el plantel de secundarios queda algo desdibujado, pero el guionista pone el foco casi en exclusiva en Zaya, experimentada y atractiva asesina con la que uno dudaría entre querer y no querer encontrarse con ella cara a cara.

Y aunque el relato se muestre muy interesante, para muchos el gran atractivo de la obra está en los dibujos de Jia Wei. Estos se caracterizan por una fuerte influencia del manga, una escueta paleta de colores: ocres, verdes y grises apagados con algún rojo más vivo, propensión a definir escenarios con pocas líneas rectas, de apariencia voluble (como refleja al extremo el personaje de Lía) y quizás un exceso de detalle y trazos que llevan a viñetas de apariencia caótica en las que resulta difícil discernir bien que está sucediendo. Así mismo, hace mucho hincapié en la utilización de planos aberrantes y la intencionalidad a la hora de retratar a Zaya, cargándola de sensualidad y erotismo.

La edición española es idéntica a la original francesa, minimalista y muy elegante, cartoné (tapa dura) y con un precio mayor y que no hace distinción por número de páginas (el segundo tomo se compone de 70 páginas frente a las 80 del primero) echándose en falta también la inclusión de extras en los volúmenes.