«… Pero sigue jugando a algo. Se guarda algo«

Cuando Lobezno vuelve de su tempestuosa reunión con Cíclope lo hace con la certeza de que su antiguo aliado y amigo aún guarda varios ases bajo la manga de su mono carcelario. Es lo que tiene el olfato de Logan, que raras veces falla.

En los capítulos anteriores vimos el intento final de Kieron Gillen por maquillar el aspecto de villano y añadir profundidad a las acciones de Scott Summers antes de abandonar la serie para encargarse de la prometedora segunda versión de Jóvenes Vengadores. Sin embargo, los tres capítulos que contiene este duodécimo volumen de La Imposible Patrulla-X vuelven a pintar un Cíclope bastante más cercano al antiguo Magneto que al líder mutante que gobernó una vez sobre la isla de Utopía. ¿Inconsistencia? ¿Negativismo? Nada de eso. Gillen ha dejado el terreno abonado para que Brian Michael Bendis reinvente el concepto de la Imposible Patrulla-X con un equipo central formado por Cíclope, Magneto, Emma Frost y Magik del que nunca vamos a tener del todo claro si son héroes o si son, básicamente, terroristas.

Por otra parte, este Cíclope algo perturbado y con la firme convicción de que el fin justifica los medios no termina de desagradarme. Summers siempre ha sido un líder por imposición, lo fue cuando Charles Xavier lo puso al frente de la joven e inexperta Patrulla-X y lo ha sido durante toda su etapa al mando de Utopía. Pero precisamente a partir de la formación del Equipo Extinción, hemos visto al mutante bastante más a gusto como guía y capitán de sus soldados. Merece la pena recordar quiénes se pusieron a las órdenes de Scott para comenzar a entender las circunstancias actuales y lo que nos depara el futuro.

Por un lado (y por comenzar por lo más suave) tenemos a Tormenta, una «diosa» bastante acostumbrada a salirse con la suya. También estaban los hermanos rusos de caracteres tan dispares como podían ser los de Coloso (convertido en avatar de Cyttorax) y su diabólica hermana Magik. El primer rival de envergadura de los 4 Fantásticos, Namor, fue otro de los integrantes del (válgame la expresión) ahora extinto grupo. Completaban el pelotón la «reprogramada» Peligro y el rey de los villanos mutis: Magneto. Normal que Hope huyera a las primeras de cambio.

«El corazón es un órgano sentimental. Ya no confío en él«

No puedo afirmar que la actitud actual de Cíclope se deba a las «malas compañías» (no del todo, al menos), pero queda bastante claro que no son gente que acepte de buen grado una derrota… y ahora son los únicos aliados que le quedan al mutante de mirada penetrante. Gillen le dedica en estos tres últimos capítulos algo de tiempo al solitario Coloso (por fin despojado de cargas innecesarias y al cual podremos ver próximamente en Cable & the X-Force) y a Namor. Los dos parecen tener mucho en que pensar tras VvX y eso está bien porque es muy posible que en Marvel Now! veamos a un Piotr bastante menos ingenuo y a un rey de los atlantes algo más humilde. La franquicia mutante es especialista en los cambios y todo cambio y nueva idea es siempre bien recibido en una industria en constante proceso de adaptación a sus lectores.

Porque cambios es lo que más nos espera a partir de ahora. Ya desde el primer volumen de Consecuencias hemos visto a Illyana demostrando más y más poder (quizás demasiado, ¿habrá alguien detrás?) y a partir de ahora este grupo de ¿héroes? ¿villanos? ¿disidentes? va a tener que capear con bastantes cambios más, pero eso es algo de lo que hablaremos cuando haga la reseña de La Nueva Patrulla-X. De momento quedémonos con el último capítulo de esta miniserie y con la carta que Cíclope le dirige a Lobezno y en la que, básicamente, reclama un cambio de roles entre ambos y deja bastante claro lo poco que le interesan las opiniones de los demás.

Tantos cambios va a haber que esta propia miniserie ha contado con un dibujante para cada uno de sus capítulos. Las dos primeras entregas las firmaron Tom Raney y Steve Kurth y estas tres caen en manos de los bastante más que correctos Scot Eaton y Mark Brooks y en las de Gabriel Hernandez Walta, cuyo estilo no termino yo de tragar, no porque el tipo dibuje mal, sino porque los trazos que quedan muy bien con la hermana de Coloso afeminan a Magneto hasta el punto que uno no sabe si llamarle Eric o Erika.