Coger un personaje con legiones de fans y resetearlo para darlo a conocer a un nuevo público no es tarea sencilla, y no siempre es sinónimo de éxito. En el lado de la fortuna tenemos por ejemplo la versión Ultimate de los X-Men, y en el del fracaso, la también versión definitiva de los 4 Fantásticos, ambas distribuidas por Panini Cómics en nuestro país. Por ver está todavía el nuevo universo de DC, con sus Batman, Superman y resto de héroes, que solo llevan un par de meses entre nosotros. Aunque en EEUU ya ha sido cancelada –entre otras– la colección de la Liga de la Justicia Internacional. Como decía, una jugada arriesgada. Más cuando, como en el universo Ultimate de Marvel o en Vampirella (quien ahora nos ocupa), se rompe de una forma más o menos abierta con la herencia anterior.

Y esta valentía (traicione o no las expectativas de los seguidores) es digna de elogio. Tal como ocurre con Vampirella. La heroína oriunda de Drakulón ya no es aquel personaje que durante mucho tiempo estuvo esclavizada por el erotismo; se arranca el trozo de tela con el que ha vestido siempre y gracias a la labor de Eric Trautmann su atuendo se vuelve más convencional. Lo que importa es ella, no la carne que muestre. Los más agoreros no verán en la nueva Vampirella más que un Blade o una Buffy de mercadillo. Pero cuando se quiere sentar nuevas bases y acomodarse a los tiempos ni los elementos más icónicos son sagrados. El cambio de vestuario, reflejado en la penúltima página del volumen, es, además, toda una declaración de intenciones. Vampirella deja de ser un objeto sexual para equipararse a cualquier otro héroe de las viñetas.

Para tranquilidad de los puristas, sin embargo, Trautmann y los dibujantes Wagner Reis y Walter Geovani, le hacen un pequeño guiño a la clásica vestimenta muy bien traído a la historia y sin romper con el camino trazado desde la segunda página del cómic (momento en que vemos a la protagonista por primera vez). Esta Vampirella –sí, sigue la estela marcada por los mencionados Blade o Buffy– muestra un carácter muy decidido, incluso arrogante, se dedica –por supuesto– a buscar y matar vampiros, y se pasa la vida haciendo cavilaciones. Se trata de una heroína que a pesar de lo que pueda parecer en un principio, muestra bastante complejidad –la que se puede tener cuando vives rodeada de seres de ultratumba y miembros cercenados– y una personalidad que encandilará a los lectores que se acerquen por primera vez a la vampiresa.

A esto ayuda mucho la introducción de Marco Ricompensa (hombre fuerte en Panini), que hace un recorrido por la vida del personaje para ponernos en antecedentes y darnos algunas herramientas para no perder detalle de los siete números que componen el volumen de Corona de gusanos. Un volumen escrito con un tono oscuro que casa muy bien con la esencia pulp de la historia, que se encuentra en su máxima expresión en los pasajes oníricos y en el desenlace de la trama. Si bien ésta no ganaría ni un premio a la originalidad, sí que garantiza grandes dosis de entretenimiento y salvo el cierre (contado desde el punto de vista de Sofia, secundaria que hasta ese momento ha pasado muy desapercibida, con la intención de contextualizar a Vampirella y sus aventuras en el mundo en que se desarrolla la acción), el ritmo de la narración es alto, con grandes enfrentamientos y violencia por doquier para regocijo de los fans de estos relatos que aúnan misticismo, leyendas de vampiros y seres de las tinieblas y detectives o justicieros nocturnos (no queda del todo claro el trabajo de la vampiresa, si es que lo tiene).

Acompaña a este tomo recopilatorio una galería de ilustraciones de artistas como Alex Ross o Joe Madureira, aunque se echan en falta las portadas originales de Jelena Kevic-Djurdjevic.