No suelo ser muy optimista cuando he de leer algo de Star Wars si la historia transcurre más allá de la muerte de Darth Vader. Será que soy un poco puritano. Pero en este caso estaba equivocado.

Cuando cayó en mis manos este número no pensé que fuera a ser lo que he leído. Me leí los dos números anteriores y la verdad es que me engancharon. Pocos cómics hay que no hagan que no mire, solo mirar, no leer, la última página cuando llevo leído la mitad de él. Éste lo ha logrado. Ya sea por lo bien llevada que está la trama o por ella misma en sí. Quizá sea por la aparición de una raza guerrera, los Yuuzhan Vong, tan belicosos como los mandalorianos y con una sed de de sangre y falta de moral propia de un Lord Sith. O ya sea por ver a los hijos de Han Solo (el piloto del Halcón Milenario) y la princesa Leia, convertidos en Jedis a las órdenes del maestro Skywalker.

Por otro lado hay ciertos detalles que recuerdan en parte a la trilogía de los tres primeros episodios: la actitud de Finn Galfridian, padawan del que parece ser el único maestro jedi en la galaxia, con un cierto desdén por las normas que hace recordar a la actitud de Obi-Wan con respecto a su maestro Qui-Gon Jinn o del propio Luke cuando decide dejar a la mitad su entrenamiento jedi por salir en busca de sus amigos en el episodio V. Y por otro lado también recuerda un poco cierta misión que le ordenan a Finn, la de vigilar a un político (no el emperador, como le sucedía a Anakin en el Episodio III), pero con diferente objetivo.

La nota «cómica» la encontramos de manos de dos personajes, el droide Prowl, una especie de multiusos galáctico volador inseparable de Finn, y del maestro Dray, que más bien parecería sacado de los callejones de los bajos fondos de Coruscant y sus mendigos. Y a la par de todo esto encontramos a la hermana y la madre de Finn (Kaye y Nina Galfridian), que se encargan de luchar contra los Yuuzhan Vongs en primera línea mientras Finn se encarga más de estar en Coruscant. Guerra y política a la vez.

Y es que un guión tan bien llevado solo podía estar en manos de Tom Taylor, quien desde los catorce años empezó a escribir y actuar en teatros y musicales. Acostumbrado como está, ha realizado numerosos guiones para el universo Star Wars (Star Wars: Blood Ties, Star Wars: Luke Skywalker and the treasures of the Dragonsnakes) además de escribir novelas y teatro. Como digo, guión magistral. El trazo viene de mano de otro experto en el universo Star Wars, Colin Wilson, con dibujos en Star Wars: Legado y Star Wars: Rebelión además de otras líneas. De las manos de Chris Scalf, acostumbrado a realizar portadas para Star Wars: Legado o Star Wars: Purga, entre otros, nos llegan la portada, que debo decir que ha sido lo preferido una vez leído el cómic (cuando lo leáis entenderéis mi por qué) y la contraportada trasera, que gusta ver de nuevo aquellos míticos X-Wing volando de nuevo o ver dentro del cómic AT-AT y andadores imperiales que nos recuerdan a la batalla del bosque de Endor… Y es que a uno le gusta ver estas cosas, porque soy un puritano (pero después de este cómic me lo haré mirar) Así que ahora solo queda esperar el próximo número y que traiga tanta emoción y tensión como lo ha hecho este.