La etapa de culto de Jeff Lemire al frente de las aventuras de Superboy se editan en un tomo integral para disfrute de todos.

¡Smallville ataca! es toda una joya (o una rareza, según los ojos del lector) en el cómic de superhéroes. Jeff Lemire construye un relato absorbente, plagado de intriga y misterios que otorga una nueva dimensión a las historias protagonizadas por la familia kriptoniana. Siguiendo la más pura tradición del sello Vértigo, el autor logra combinar las tramas en que la magia y lo paranormal son parte fundamental, con la esencia superheroica de su personaje protagonista, concibiendo una historia diferente, todo un soplo de aire fresco. Es una lástima que la reestructuración de las series del universo DC con el reinicio de este obligara a cancelar la colección.

Y es que una historia en la que los señores David Lynch y Terry Gillian sirven como modelo para crear a dos de los personajes que habitan una Smallville hermanada con Twin Peaks no puede ser mala. ¡Smallville ataca! bebe de los relatos de misterio y terror convirtiendo a la pequeña localidad de Kansas en el epicentro de toda clase de sucesos paranormales y evocadores de las más bizarras y valientes propuestas de la serie B. Es imposible no pensar en títulos míticos como Expediente X o La noche de los muertos vivientes leyendo este volumen. Vendría a ser, para que nos entendamos, una versión mejorada (o un «así tendría que haber sido») de la televisiva Smallville, en la que el intrépido Tom Welling ponía sus poderes kriptonianos al servicio de la investigación de sucesos extraños y, aparentemente, inexplicables.

De esta forma nos encontramos, por un lado, con una ciudad, Smallville, que cobra una enorme importancia como elemento definitorio del tono de la historia. Un lugar pretendidamente aislado del mundo en el que todo el mundo se conoce y que puede resultar o bien el lugar más solitario del mundo o el más acogedor… ¿He mencionado ya Twin Peaks? Con un escenario así es muy fácil meterse en la piel de Conner Kent y comprender sus dudas y temores. Un clon salido de la combinación del ADN de Superman y de Lex Luthor que intenta dar un sentido a su existencia y encontrar un lugar al que poder llamar hogar. De otra parte, somos conducidos por una trama que sin renunciar a la acción inherente al género superheroico (los Jóvenes Titanes no faltan a su cameo), carga sus tintas en la investigación y el misterio, haciendo florecer a su vez a un variopinto grupo de personajes: unos outsiders que comparten con Superboy esa sensación se soledad e incomprensión hacia un mundo en el que no terminan de encajar.

El libro editado por ECC recoge todo el material USA publicado (salvo el número #6 editado en el tomo Superman: El reinado de Juicio final), aunque según asegura la editorial en el artículo que abre el volumen, su incidencia es nula para el devenir de la trama aún cuando se hace alguna mención puntual. Así pues, ¡Smallville ataca! puede leerse con total independencia de cualquier serie o saga. Se apuntan un par de conexiones con otras historias pero no suponen ningún inconveniente para la historia.

A los lápices hay una retahíla considerable de autores entre los que figura el español Cafu o el italiano Pier Gallo, el que puede considerarse artista principal de la serie. Honestamente, la historia es tan chula que el dibujo termina dando un poco igual. Quizás el trabajo de Marco Rudy y Daniel HDR en Superboy #7 sea uno de los más interesantes, pues deben jugar con estilos diferentes (también lo vemos en el coloreado de las viñetas) para potenciar una narración (en dicho capítulo) que se desarrolla es dos espacios bien diferenciados (una atractiva fórmula utilizada por ejemplo por Vicente Cifuentes en Señales). Este episodio además recupera un concepto desarrollado por el gran Alan Moore en la icónica Para el hombre que lo tiene todo; un detalle más que da buena cuenta de la predilección de Jeff Lemire por la vertiente más singular de DC.