En enero de 2011 Aurum trajo a España la última adaptación de un cómic del sello DC. Se trataba de una comedia de acción, con más de lo segundo que de lo primero, sobre unos cuantos ex-agentes de la CIA forzados a volver de su retiro para esquivar la muerte. La cinta fue un éxito en taquilla aprovechando el tirón de Los Mercenarios y el filón que suponía explotar la vena nostálgica del espectador de las películas de tiros y explosiones. Sin embargo, y pese a que el filme me pareció estupendo, no dejé de ver cómo se quejaban muchos aficionados del cómic, que se sentían estafados por el giro cómico de la película.

Ahora, y con la segunda película en ciernes, aprovecho para echar una ojeada a esta curiosa joya de la viñeta que editó en nuestro país Norma Editorial y que aún podéis adquirir a través de su página web.

«Mato a gente. Eso es todo lo que hago. Es lo único que he hecho desde que tenía 19 años«

Warren Ellis es un guionista polifacético que ha escrito desde cómics para la línea principal de los X-Men hasta guiones televisivos, pasando por un par de novelas. En 2002 se juntó con Cully Hammer (con quien más tarde repetiría en Down) para producir una miniserie de tres números que se publicaría bajo el sello de Storm Watch (bajo el paraguas de DC). La fuerza de la historia, su potencial por explotar y el carisma de su silencioso y letal protagonista fueron los ingredientes que cautivaron a los productores en Hollywood.

La historia podría decirse que comienza igual tanto en la pantalla como en las páginas de RED. Paul Moses vive plácidamente su retiro: se cartea con una sobrina que vive en el extranjero y habla cada semana por teléfono con una simpática gestora de agentes retirados. Pero aquí acaban las semejanzas. En el filme no queda muy claro el por qué de la decisión de Langley de acabar con la vida de uno de sus agentes más peligrosos hasta muy avanzada la trama. Sin embargo esta no fue la intención de Ellis: el autor deja muy claras las motivaciones tanto de Moses como de los actuales mandamases de la CIA y éstas son mucho más mundanas y por ello mucho más ruines de lo que podríamos imaginar en un principio. Ellis critica duramente, como tantos otros han hecho antes que él, el entramado político actual que permite instalar burócratas enchufados en puestos militares cuyo funcionamiento no llegan a comprender. La forma en que el autor plantea la crítica es quizá un tanto salvaje y sangrienta, pero se puede resumir en que son hijos de una época sin guerras y no están preparados para enfrentarse a ninguna amenaza.

Paul Moses

«No estoy seguro de cuándo cambió. Cuándo no pudimos soportar conocernos a nosotros mismos«

La segunda crítica del guionista se centra en la «pacífica» época que vivimos. El autor hace referencia al precio que hemos pagado y que seguimos pagando por la paz. Todo lo que se ha hecho y se hace a la sombra del pueblo. Matanzas, hambrunas provocadas, asesinatos de líderes político-religiosos… Lo que aquí se nos plantea de una manera sutil e inteligente ya lo presentó de una manera mucho más descarnada Frank Miller en El Contraataque del Caballero Oscuro. Ambos cómics nacen a la sombra de los atentados del 11-S y suponen la toma de consciencia por parte de los artistas estadounidenses de las consecuencias de la falsa paz en la que creemos vivir todos.

Norma acompaña a esta obra, cuyo dibujo es sencillo y se vale de una limitada gama de colores para simplificar las viñetas y llamar la atención exclusivamente sobre los detalles que interesa resaltar, de una extensa colección de bocetos y guiones previos al dibujo final.