Nos despedimos del II Ciclo de Cine Japonés en Madrid. Por segundo jueves consecutivo nos damos cita en los cines Kinépolis de la Ciudad de la Imagen para dar nuestro adiós a un festival en el que se han visto títulos tan interesantes como la inaugural A Silent Voice (que ha tenido que ampliar su presencia en cines debido a su gran aceptación tras su estreno el pasado viernes) o Isla de Perros, el nuevo trabajo de Wes Anderson que se estrena de forma oficial el próximo 20 de abril.

Para su última jornada el festival nos ha permitido ver el ganador y los finalistas del certamen de cortometrajes que se ha celebrado de forma paralela al Ciclo de Cine y con el que se ha pretendido homenajear a los 150 años de relaciones diplomáticas entre Japón y España. Si el día del estreno veíamos Ato San Nen, fuera de concurso pero de gran calidad técnica y narrativa, para esta última jornada hemos tenido un reparto de producciones que van desde lo más amateur hasta proyectos con gran calidad técnica. Entre todos destaca por su humor y su inteligencia Mi Nombre es Koji, de David Muñoz, un repaso alegre a algunos de los clichés nipones a través de la figura de Mazinger Z.

Desternillante y tierno: Mi Nombre es Koji

Al corto ganador lo han seguido Carmen (en formato documental, sobre una mujer japonesa de raíces andaluzas), Donosti Monogatari (sobre la visita accidental de la ciudad vasca por parte de una turista nipona) y 2092, segundo premio del público y de corte futurista con fuertes conexiones con Blade Runner. Más allá de los premios en metálico que han conllevado los diversos galardones, la variedad de lo proyectado demuestra la cantidad y calidad de los realizadores que hay en este país y los fuertes lazos que unen a países tan distantes como la Piel de Toro y el País del Sol Naciente. Por cierto, todos los cortos los podéis ver a través de YouTube.

Para cerrar el evento se ha proyectado Fireworks, otra de las apuestas fuertes de Selecta para 2018. El filme nos habla, a través de una fábula que mezcla la ciencia ficción, el humor y el drama, del paso de la niñez a la adolescencia, del comienzo del huracán de sentimientos que significa esta etapa y de la inevitabilidad del destino. En él, Oikawa Nezuna es una estudiante que ve como su vida va a cambiar de la noche a la mañana cuando su madre se mude a vivir con su nuevo marido fuera del pueblo en el que ha vivido toda su corta vida. Con esta certeza en mente, su única salida será huir y hacer de su última noche un día para recordar.

Fireworks

La cinta, sin dejar de resultar agradable a la vista (excepto algunas transiciones en 3D) y entretenida, no llega a la altura del estreno que ha abierto la muestra. Fireworks tarda bastante en arrancar y cuando lo hace sigue sin ser muy precisa en cuanto a su intencionalidad. La parte de ciencia ficción es un mero artilugio para contar la historia de dos chavales que se quieren con el amor puro y sin ángulos de la infancia, pero tiene quizás demasiado peso para quedarse en un mero artificio, no tiene recorrido ni explicación y, como me comentaría mi acompañante a la salida, no es algo que no hayamos visto otras veces en el cine japonés. Sin embargo, he de partir una lanza en su favor, aunque sólo sea porque recupera en mi memoria el cortometraje Y si… de… ¿Más Allá del Límite? (no logro recordar dónde vi esta pieza de ficción que, sin embargo, se basa en un relato de Isaac Asimov).

El II Ciclo de Cine Japonés echa el cierre y lo cierto es que nos ha dejado muy buen sabor de boca. Marzo ya tiene otras fechas para apuntar de cara al año cinéfilo que viene.