En los últimos años se ha intentado recuperar el género del western en multitud de ocasiones con mayor o menor fortuna. En nuestra retina quedan el exitoso remake de Valor de Ley o El Tren de las 3:10, también quedan interesantes guiños como Rango o películas sonrojantes como Jonah Hex.
Cowboys & Aliens toca un poco de cada palo. Comienza siendo un western al cien por cien, en el que Daniel Craig sorprende haciendo maravillosamente bien de tipo duro del oeste. La película empieza a coger ritmo, a correr, y entonces, como una piedra en el camino, aparecen los extraterrestres. La película tropieza y se mantiene en pie a duras penas, pero ya no es el buen western que comenzamos a ver, se desdibuja con la inclusión de los alienígenas.
¿Western o Ciencia Ficción?:
El gran problema de Cowboys & Aliens es la mezcla de géneros. Los alienígenas y sus escenas son un aderezo metido con calzador en una buena película del oeste, sin embargo, la cinta se vende en todas partes por su porción de ciencia ficción y así, quienes van a verla, lo hacen engañados. Las escenas de western son las más predominantes de la cinta y los aliens y sus naves tienen que aparecer de cuando en cuando para recordarnos que están ahí, a veces sin venir a cuento. Así mismo, la motivación de los extraterrestres es de lo más bizarra.
El colmo de todo esto se da al final de la cinta, con un enfrentamiento absurdo entre humanos y alienígenas muy poco creíble tal y como nos presentan a los acorazados y fuertemente armados extraterrestres durante todo el filme. Para que os hagáis una idea: es como si en una hipotética novena película de Harry Potter el protagonista se enfrentara a un ejército de Voldemorts con el palo de una escoba.
Daniel Craig. Todo un tipo duro:
Si en algo despunta Daniel Craig es haciendo de tipo duro. Los primeros compases de la película son para enmarcar, con un vaquero desmemoriado que podría recordarnos a Matt Damon en el papel de Bourne y que, sin embargo, no deja de traernos a la memoria al más reciente James Bond, un luchador experto e infatigable y un hombre frío y calculador que no se detiene ante nada… Es decir, el perfecto papel para un western al uso.
En el lado opuesto tenemos a un Harrison Ford cada vez más encasillado en el papel de “cascarrabias que termina aprendiendo una valiosa lección”. Cierto que el actor de clásicos del cine de aventuras como Indiana Jones está cada vez más mayor (acaba de cumplir los 69), pero se me hace muy cuesta arriba ver a Han Solo como un viejo que se limita a refunfuñar.
Para cerrar el terceto protagonista está la bellísima Olivia Wilde. La actriz, que vio relanzada su carrera tras su participación en la serie House, no se limita a ser el típico personaje femenino de la película (maravillosa la frase de “ya tenemos a un niño y a un perro, ¿por qué no una mujer también?”), sino que es una heroína en toda regla, cabalgando y disparando al lado del protagonista… Y no se lía a puñetazos con él porque es físicamente imposible emular a Craig. Además el misterio que envuelve a su personaje lo hace muy atractivo (muy buena elección por parte de los responsables del casting, no hay nada más misterioso que los ojazos que gasta Wilde)
(Otro) Cómic creado para venderlo a Hollywood:
Pero, ¿de dónde sale Cowboys & Aliens?
C&A sale de la mente de Scott Mitchell Rosenberg, que encargó a Fred Van Lente (creador de la interesantísima X-Men Noir) y Andrew Foley el desarrollo de la idea original. El dato “curioso” es que Rosenberg es, además, un reputado productor cinematográfico y televisivo que ha conseguido en cuatro años sacar el cómic de las estanterías y ponerlo en la gran pantalla, codeándose ya de paso, en la producción, con el Rey Midas del cine (de la mano de DreamWorks) y de gigantes del sector como son Ron Howard (director de películas como El Código Da Vinci o Cinderella Man), Damon Lindelof (uno de los creadores de Perdidos) o Brian Gazer (productor de taquillazos como Robin Hood).
En resumen:
Tan buen western como mala película de ciencia ficción. Entretenida cinta para ir despidiéndose del verano, pero que habría sido algo más si hubiera renunciado a la mezcla de géneros.
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