Miranda July se dio a conocer al mundo cinematográfico en 2005 con Tú, Yo y Todos los Demás, filme que cosechó cuatro premios en Cannes (entre ellos el de la Crítica) y el Premio Especial del Jurado en Sundance. Pertenece en cuerpo y alma al círculo de creativos independientes/alternativos actuales en todas y cada una de las ramas que toca y no son pocas: Ha grabado varios discos, escrito libros de historias cortas, lleva años dedicándose al mundo de las performances… Con esto quiero decir que El Futuro es una cinta de festival, una película experimental (en el sentido de que no sigue un esquema narrativo rígido) que no busca agradar al gran público. Más bien al contrario, busca provocar la reflexión a través de las extravagancias de sus protagonistas y la media sonrisa del espectador intelectual.
Dramedia:
En España esta cinta se patrocina como una comedia romántica… ¡Falso! Cualquier comparación de El Futuro con películas del tipo de Novia a la Fuga o Crazy, Stupid Love (por poner dos ejemplos) se tornaría en una labor imposible ya que las sonrisas que pueda arrancar el filme de July no parten de las situaciones disparatadas de una pareja o de los malentendidos que produce el amor, sino de lo absurdo de la vida de dos personas prácticamente vacías. Tampoco es un drama en el sentido estricto de la palabra, la escasa expresividad (intencionada) de los protagonistas evita que se pueda percibir como tragedia una ruptura o como canto a la libertad el descubrimiento del amor.
A vueltas con el gato:
El desencadenante de la historia, el MacGuffin, es la futura adopción de un gato callejero por parte de la pareja protagonista y cómo este gesto les hace darse cuenta del poco tiempo que les queda de “libertad” y de lo rápido que se han ido haciendo mayores sin cumplir ninguno de sus sueños. Cada cierto tiempo de la película dicho gato (Paw-Paw, con la voz de la propia Miranda July) hace una intervención reflexiva acerca de su situación. Estas intervenciones terminan de descolocar al espectador (por si no lo había conseguido el resto del metraje antes) y, en lugar de incitar a la reflexión, provocan más de una risa incrédula. Y es que si sumamos a la extraña pareja, al cincuentón que entierra a su hija viva por la noche, al anciano compositor de poemas eróticos y al gato cojo parlanchín la ensalada resultante es de lo más grotesca.
En resumen:
El Futuro está dirigida exclusivamente al público amante del cine alternativo, entre quienes hará las delicias por la fina ironía de la que hace gala a ratos. El resto de espectadores corre el riesgo, simplemente, de salir espantados de la sala de cine.
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