Cuando un acontecimiento es mediático cada vez más se convierte en carne de guión para hacer una película, pero si además se prolonga a lo largo del tiempo y provoca tantas opiniones y en ningún caso indiferencia, como ocurre con la guerra, lo que pasa es que se hacen varias películas. Este es el caso de la Guerra de Irak, una guerra tan mediática como polémica que se ha hecho un hueco ya, y no pequeño, en el mundo cine. De esto trata precisamente Route irish, otra vuelta de tuerca a la guerra más famosa del siglo XXI.
En este caso es Ken Loach (Solo un beso, El viento que agita la cebada…), un premiado director inglés, quien ha querido aportarnos su visión sobre el conflicto. Una visión crítica sobre una guerra privatizada, centrándose en un caso particular de un soldado inglés cuya buena intención le llevó a la muerte y una historia de venganza desencadenada a raíz de aquello. Investigación, descubrimientos desagradables, familias rotas… Nada que no hayamos visto ya.
El problema principal sobre el tema es que se han hecho tantas y tantas películas sobre él que resulta complicado sorprender a un público ya acostumbrado, que se ha anestesiado inconscientemente con las imágenes ofrecidas en los medios de comunicación. La realidad supera muchas veces la ficción y, en este caso, la ficción se queda corta, de hecho ha sido necesario recurrir a imágenes reales para mostrar la realidad del conflicto, imágenes de youtube que rompen la historia para conmover, pero para el espectador se percibe como un corte exagerado que no hace más que sacarte de la historia sobre la que gira la película. No llega al espectador, pero no solo porque la televisión nos ofrezca imágenes más duras, la violencia no es lo que nos impacta, es el hecho de que no consigue la identificación, la empatía requerida para cualquier tipo de película.
Podríamos decir que esta película llega tarde, no es una mala película, pero hoy en día no tiene sentido seguir dándole vueltas a este tema. En parte la culpa es de que ha llegado a España año y medio más tarde de su estreno en el resto del mundo y, aunque por lo menos ha llegado, no recibirá el apoyo necesario para hacer de ella un film destacable. En su estreno en el festival de Cannes el 20 de mayo de 2010 tuvo una gran acogida, incluso optaba a la Palma de Oro a mejor película, pero de eso hace ya bastante y la poca fama que pudo tener en su momento ha quedado en el olvido.
La película cuenta con inversión de diferentes países, entre ellos España, que también aporta a su Najwa Nimri en un papel muy breve pero fundamental, ella es quien proporciona el teléfono móvil alrededor del cual girará toda la investigación y la venganza. Un teléfono que guarda los secretos más oscuros de esa historia y que, además, deja clara la importancia de los nuevos medios de comunicación en los conflictos actuales, donde cualquiera puede hacernos testigo de la realidad con su teléfono móvil.
En definitiva esta es una película cuya intención es la contraria a la propagandística americana made in Hollywood de películas como En Tierra Hostil, pero es una crítica que se queda floja y que, lejos de su objetivo, quedará relegada al conjunto de filmes que se han hecho sobre este tema y que, muy posiblemente, se seguirán haciendo.
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