7 Días en La Habana

7 Días en la Habana: Pinceladas de ritmo cubano

Siete días, siete directores y siete historias para reflejar en pocas pinceladas el alma de La Habana, una ciudad de la que se ha dicho mucho y, sin embargo, sabemos tan poco. O dicho de otra forma, una metrópolis que sorprende a cualquiera, en la que todo es posible y a la que no se aplican las reglas de la lógica occidental.

 

El periodista Leonardo Padura ha coordinado un guión en el que han dejado su impronta siete directores que se han enfrentado a la capital cubana desde muy distintos ángulos y con bastante libertad pese al guión unificador de fondo.

 

Josh Hutcherson en 7 Días en La Habana

 

Así, tenemos siete cortometrajes que nos hablan de la fiesta (Benicio del Toro), la música (Pablo Trapero), la perenne tentación de buscar fortuna fuera de las fronteras de Cuba (Julio Medem), la singularidad ininteligible de la ciudad (Elia Suleiman), las supersticiones (Gaspar Noé), la resignación del pueblo cubano (Juan Carlos Tabío) y la solidaridad cubana (Laurent Cantet). Los temas políticos o de denuncia social, tan tratados habitualmente, se dejan de lado para mostrarnos siete facetas de la cara más humana de La Habana.

 

Una de las virtudes del cortometraje es que si te gusta, no le da tiempo a decepcionarte, y si no te gusta, tarda poco en finalizar. Es obvio que cada uno tendrá un corto distinto de estos siete entre sus favoritos, personalmente El Yuma (de del Toro) y El Ritual (de Noé) me han conquistado, pero lo que cuenta es la sensación global que causan entre todos. Y ésta es muy positiva, el ritmo del filme no llega a perderse en ningún momento y sus algo más de dos horas de duración se hacen muy cortas.

 

7 Días en La Habana

 

El secreto de esta virtud se encuentra en lo bien colocadas que están las piezas del puzle que conforma la película. Los dos primeros cortos, dos visiones de la ciudad desde los ojos de un extranjero de visita en el país, nos hacen sentirnos identificados y nos sumergen en la noche de La Habana con todo su frenesí. Como si de un remedio para la resaca se tratase, el pequeño drama / triángulo amoroso de Medem (con un Daniel Brühl que, puede que sólo sea a mí, pero da mala espina) baja las revoluciones de la película y nos prepara para los cortos de Suleiman y Noé, los más «complicados» al no contener palabras. Tras la percusión, la oscuridad y el fuego de El Ritual, Juan Carlos Tobío vuelve a acelerar con una tragicomedia cotidiana que desemboca en la locura (basada en hechos reales) de un bloque de vecinos que retrata cómicamente Cantet (y para la que contó no con actores, sin o con los personajes reales de la historia)

 

La libertad creativa a la que hacía alusión al principio de la crítica le hace mucho bien al largometraje resultante, que se nos presenta con aroma de autenticidad y que huye del folleto turístico con la misma maestría que esquiva los temas espinosos de la realidad cubana. Para ello ya habrá otros filmes, 7 Días en la Habana es perfecta como está.

 

Acerca de RJ Prous

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En la soledad de mi beca Séneca en Zaragoza aprendí a amar el cine mierder. Volví a Madrid para deambular por millones de salas y pases de películas para finalmente acabar trabajando con aviones. Amante del cine y de sus butacas, también leo muchos cómics y, a veces, hasta sé de lo que hablo.

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