Ya lo predije cuando os hablé de la infumable La Sombra de la Traición. Richard Gere tiene el ritmo en el cuerpo de dos películas incomestibles seguidas por una más fácil de tragar. Arbitrage (El Fraude) ha caído en el turno de las buenas y, pese a llegar tarde a un mercado saturado de cintas con una temática similar, se deja ver a través de unas actuaciones irreprochables.
Nicholas Jarecki da el salto a los largometrajes con un guión que él mismo se encarga de dirigir tras conquistar al público americano con documentales como The Outsider (2005) o Tyson (2008) y no lo hace nada mal. El Fraude me recuerda ligeramente a El Talento de Mr. Ripley (Patricia Highsmith, 1955): un protagonista fácil de odiar, una red de mentiras en aumento, un ambiente realista e incluso deprimente en su lujo…
El problema de la cinta de Jarecki es que el tema que toca está ya muy trillado en estos tiempos, Margin Call (J.C. Chandor, 2011), La Sombra del Poder (Kevin Macdonald, 2009), Inside Job (Charles Ferguson, 2010), Vamos a Hacer Dinero (Erwin Wagenhofer, 2008), The International (Tom Tykwer, 2009)… Los temas de la crisis económica mundial y la corrupción que lleva asociada la cima del poder se han tratado ya desde tantos puntos de vista que, sin poder aportar más, El Fraude se convierte en «otra película» sobre lo mismo.
Descartada la novedad. La cinta se sustenta en una actuación francamente estupenda de Richard Gere. El actor de Oficial y Caballero da la impresión de llevar dando tumbos desde hace unos cuantos años ya, pero de vez en cuando se centra y nos deja asombrados con personajes como este Robert Miller: un tipo ambiguo, traicionero y vil a la vez que un amantísimo padre y fiel (a su sórdida manera) marido. Gere lleva al personaje de la encantadora sonrisa a la desfigurada mueca de la desesperación en cuestión de segundos, para pasar luego a mirar al vacío con unos ojos en los que podemos ver el mismísimo infierno. Ya hay voces que piden para él el Oscar y, si bien es precipitado y un tanto exagerado, el actor hace méritos para que, al menos, el que su nombre suene no nos extrañe.
Al ser Robert Miller el personaje en torno al cual toda la acción gira, el resto de actores tienen que esforzarse mucho para poder brillar con luz propia. Sólo la oscarizada Susan Sarandon lo logra. Su papel de esposa sonriente para la galería y amargada pero expeditiva de puertas para adentro va ganando enteros conforme la película avanza hasta un par de escenas finales que desvelan la buena elección por parte de Jarecki de esta estupenda actriz. Frente a ella (y frente a Gere) queda Tim Roth dando vida a un policía cansado de que el mundo favorezca sólo a los poderosos. El actor de Reservoir Dogs (Quentin Tarantino 1992) representa el punto de conexión del público con la película y no necesita esforzarse mucho en su actuación para ganarse la simpatía de los espectadores.
El Fraude es un interesante, que no novedoso, ejercicio de tensión en torno al poder y las mentiras que genera a su alrededor. Y cuenta con Richard Gere, que siempre es un punto a favor para sus fans incondicionales.
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