En los últimos años los cineastas nórdicos nos habían acostumbrado a un cine oscuro, casi siempre enmarcado en el thriller y proponiendo una mirada analítica y muy crítica con el estado actual de su sociedad. Headhunter mantiene la tradición, en apariencia.
Con un tipo como John Andreas Andersen como director de fotografía (es el responsable de la imagen de la perturbadora Next Door), estando basada en una obra del autor de novela negra Jo Nesbø y vendiéndose como una película «de los productores de Millenium«, el primer impulso es pensar en Headhunter como la enésima muestra del policiaco nórdico que traspasa nuestras fronteras (literaria y cinematográficamente hablando). Pero nada más lejos de la realidad.
El film de Morten Tyldum pronto descubre su apuesta por la comedia para conducir un guión repleto de tensión, ambiciones desbordadas, engaños y giros en cada esquina. Lo que empieza siendo la historia de un ladrón de obras de arte en busca del gran golpe deriva en un thriller en el que las cosas no son como parecen. Sin embargo, a la par que la trama se va complicando, las situaciones que vive el protagonista siguen una estructura muy marcada, lo que lleva a una repetición de las acciones. Cambian los escenarios pero los personajes se comportan de una forma similar, haciendo un flaco favor al interés y al ritmo de la narración, sobre todo en el segundo acto.
Un guión que no sabe esconder sus defectos, pero del que sus actores sacan todo su potencial. La labor de Askel Hennie, narrador y protagonista de la película, es fantástica. Marca un tono cargado de cinismo y logra que toda la atención se dirija hacia él. Y cuando la acción comienza a dar volantazos y le sometido a grandes presiones, rápidamente empatizamos con su persona.
Las principales víctimas de su trabajo son los guapos Nikolaj Coster-Waldau (Jaime Lannister en Juego de Tronos) y Synnøve Macody Lund. El primero se presenta como un antagonista bastante interesante, con muchos matices, pero en el cara a cara con Hennie, el físico no se acompaña del carisma. La segunda, fiel esposa del ladrón de guante blanco, funciona como elemento detonante de la historia, un recurso de la misma para avanzar en determinados puntos; pero carece de un verdadero desarrollo que motive al espectador a seguirla. Algo que de todas formas no se busca en ningún momento.
Sin ser la nueva joya del cine nórdico (noruego en este caso), Headhunters tiene la suficiente identidad como para refrescar la cinematografía que nos llega de esos lares. Respeta la tradición pero ofrece una vuelta de tuerca muy estimulante. Los Ocean’s, Thomas Crown o Duplicities no son una exclusiva anglosajona.
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