En 1995 un tal Seth MacFarlane con el apellido parecido al del famoso creador de Spawn, pero con bastante más mala uva, sacó a la luz un cortometraje titulado The Life of Larry. Poco después, en el 97, MacFarlane aprovechó su paso por Hanna-Barbera para que su corto tuviese una continuación en forma de episodio piloto de una serie que él titularía Larry & Steve y que trataba sobre un hombre maduro y algo relleno que adoptaba a un perro parlanchín. El piloto pasó sin demasiada gloria hasta que unos directivos de Fox se dieron cuenta de que sólo había que darle una vuelta más, llevarlo un poco más al límite, para que funcionara.
Así nació, entre 1998 y 1999, Padre de Familia. Y MacFarlane lleva desde entonces repitiendo la fórmula, como firme defensor de la filosofía de «si algo te sale bien, hazlo una y otra vez. Hasta que no tengan más remedio que adorarte… u odiarte«. Diecisiete años después de Larry & Steve, Seth nos presenta a John y Ted y todos los que vamos a verla sabemos de primeras que estamos viendo a Peter y Brian o a Stan y Roger… Del mismo modo que saben los fans que con cada nueva temporada de Pokémon están viendo a Ash y Pikachu o los seguidores de los Mojinos esperan la lata de cerveza y las letras ligeramente soeces del Sevilla.
Tras esta introducción los que quedéis con ganas de verla sois, obviamente, aquellos que disfrutáis con las animaciones de este señor de Connecticut. Y hacéis bien, porque el sentido del humor de MacFarlane, lejos de estancarse con el paso al live-action, gana enteros con el uso de personajes y situaciones reales. Ted no sólo será vitoreada por los fieles seguidores de Padre de Familia, sino por todos los amantes del humor gamberro y de lo políticamente incorrecto. El gag clásico de las comedias que ha creado hasta el momento el director, ése rápido flash para mostrarnos una escena, funciona tan bien con actores de carne y hueso como con caricaturas, como ya se demostró, de manera más inocente, en la serie Scrubs.
Todo esto queda aderezado por una miríada de homenajes a los 80. Desde el niño que recibe una NES por Navidades hasta el omnipresente y simpátiquisimo Sam J. Jones, el actor que dio vida en 1980 a Flash Gordon en esa mítica película con música a cargo de Queen que sirve como base de la educación de nuestros dos protagonistas.
El reparto del que hace gala Ted también merece que le echemos un ojo. Por un lado tenemos a Mark Wahlberg, un actor polifacético que tan pronto se está partiendo la cara en un ring de boxeo (The Fighter) como tratando de salvar el mundo de la corrupción (Los Otros Dos). Wahlberg cumple perfectamente con su cometido en el film, haciendo las veces de un tipo de 35 años sin expectativas y demasiado afortunado para lo que realmente merece, su relación con Ted recuerda en cierto modo a la que nos presentó en 1994 Kevin Smith con Dante (Brian O’Halloran) y Randal (Jeff Anderson). En el otro lado de la balanza está Mila Kunis, tratando de aportar algo de sentido común a los dos cabezahuecas protagonistas (exacto, haciendo el papel de Lois Griffin o Marge Simpson). A la actriz de origen ucraniano no se la ve del todo cómoda salvo en unas cuantas escenas de todo el filme, pero claro, es difícil sentirse cómoda entre tanta prostituta, droga y demás perversiones.
Para terminar de darle fuerza a su primera broma cinematográfica MacFarlane se hace con un reparto de secundarios de lujo que van desde un inquietante Giovanni Ribisi (Me llamo Earl) hasta una cachonda Norah Jones interpretándose a sí misma y mandando a hacer gárgaras cualquier buena imagen que pudiéramos tener de ella, en el buen sentido. Eso sin contar con algún chiste cuyo nivel de frikismo merece las dos orejas (¿qué personaje comiquero se acaba de pasar a la otra acera?).
Si hay que buscarle una pega al proyecto (no cuenta lo dicho en la introducción, eso ya lo sabíamos todos) esta podría ser que el desenlace tarda bastante más de lo necesario en producirse y, cuando llega, no está del todo bien hilado ni puede decirse que sea inesperado. Dicho de otra manera, la película pierde fuelle en el último cuarto y llega viva al final gracias a la velocidad del resto del metraje.
En resumen podemos decir que en Ted tenemos a una de las comedias más atractivas del verano. Hará las delicias de los fans de Seth MacFarlane, de los nostálgicos de los 80 y de los amantes de lo políticamente incorrecto, tres de los sectores que más ganas tienen de echarse unas risas en el cine.
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