Aunque el personaje naciera en Battling Boy, desde la primera página Aurora West demuestra ser una protagonista de peso, capaz de encandilar a todo el mundo, conocedores de la obra precedente o nuevos lectores. Este detalle es el que hace verdaderamente interesante la lectura de El momento de Aurora West, precuela de la citada Battling Boy. Cualquiera puede acercarse a la lectura de este libro y entrar en él desde sus primeras páginas. Sus reglas son sencillas y están muy claras desde el principio; Paul Pope y JT Petty se han esforzado en presentar el misterio que mueve la trama y presentar un mundo en el que los monstruos atemorizan al mundo sin perderse en explicar más de lo necesario y que así se resintiese el ritmo de la aventura.

El libro (primera parte de dos) está concebido como un coming-of-age, lo que viene a ser una historia de crecimiento, de paso a la edad adulta. En este caso de Aurora West, hija del mayor héroe-científico (la esencia pulp se percibe desde el principio) de Arcópolis, Haggard West, que se entrena duramente para suceder a su padre en la misión de defender la ciudad de los monstruos que la asolan y secuestran a los niños. En su camino descubrirá secretos sobre su pasado y profundizará en su relación con su padre. Una relación que no oculta los tópicos ni sus referencias (es inevitable pensar en Batman y Robin), pero tratado de forma inteligente, dándole la vuelta al concepto (el protagonismo recae sobre Aurora, la sidekick), y cargando las tintas en la distancia que separa a padre e hija y los torpes intentos de ambos por acercarse. Porque, a fin de cuentas, solo se tienen el uno al otro.

Todo narrado con un tono humano, pero muy oscuro y trágico, con elementos cercanos al terror (esto último en relación a la amistad que forja una pequeña Aurora con un amigo imaginario); aunque sin dejar de lado el componente heroico. Su carácter de precuela, además, sirve para ir sentando las bases del universo que conocimos en Battling Boy, por lo que su lectura funciona tanto de forma autónoma como de complemento de aquella.

De toda esta mezcolanza sale el gran conflicto que vertebra El momento de Aurora West: El debate de la heroína entre [SPOILER]la búsqueda del asesino de su madre y la lucha por encontrar su lugar en este mundo asediado por monstruos[FIN SPOILER].

En cuanto al trabajo a los lápices de David Rubín, solo caben parabienes. Tiene un trazo muy dinámico, y aunque la fluctuación en las proporciones pueda chocar en algunos momentos, la expresividad que imprime a sus personajes y lo suelto que se muestra en las secuencias de acción o desarrollando toda clase de imaginativos monstruos y arriesgando en la composición de las páginas (véase por ejemplo la imagen que acompaña el artículo), hace de Aurora West uno de sus trabajos más interesantes. Quienes hayan leído Battling Boy quedarán aún más satisfechos con su trabajo dadas las semejanzas estilísticas entre Paul Pope (que además de escribir hizo las funciones de ilustrador en aquella) y el artista gallego. Por todo ello es una lástima la decisión editorial de concebir el cómic en blanco y negro, lo que ha obligado a Rubín a llenar las viñetas de trazos para compensar y que algunas pueden resultar excesivamente oscuras. No todo va a ser perfectos.

A la espera de que aparezca el segundo volumen que de punto y final a la aventura, El momento de Aurora West es una lectura obligada para todo tipo de público.