Dave Lizewski ha vuelto. El héroe e inspirador de todo freak de los superhéroes de la última década, además, tiene su propia Liga de la Justicia, sus propios Vengadores con los que repartir el bien y las bofetadas cuando hagan falta. Pese a su forzada soltería y a os continuos roces con su padre las cosas no podían ir mejor para el personaje que creó Mark Millar en 2008 y que dos años después llegaría a las salas de todo el mundo convertido en el protagonista de una película que dirigió Matthew Vaughn.
«Éramos la versión en la vida real de todo lo que siempre nos había gustado»
Los Real Life Super Hero (Superhéroes de la Vida Real) son un enorme grupo no organizado de hombres (y mujeres) disfrazados al estilo de los personajes de Marvel y DC que se dedican a hacer el bien desde el anonimato que da una máscara en Estados Unidos mayoritariamente. Si el cómic original de Kick-Ass homenajeó a la fantasía de todo aficionado a los cómics de luchar contra el crimen, Millar vuelve ahora su vista sobre este variopinto grupo de personas (con web «oficial» y todo) para presentarnos la segunda parte de uno de los cómics que más fama le han reportado. Para ello vuelve a juntarse con John Romita Jr. Del dibujante norteamericano poco se puede decir ya, su estilo inconfundible gana enteros cuando sirve para ilustrar las locuras que pare la cabeza de Millar. Romita Jr. suaviza el tono del guionista con su peculiar estilo y sus colores brillantes logrando un acabado llamativo y contradictorio que me encanta.
¿Y la historia? Perdida la novedad, Millar se centra en la evolución lógica del personaje y de la sociedad a la que, a través de sus actos y sus apariciones, ha terminado por influir. Lo que vengo a decir con esto es que Kick-Ass 2 está muy dirigida a los lectores del primer tomo y, de entre ellos, a los seguidores fanáticos. No nos engañemos, la acción es estupenda, el lenguaje es chabacano y, por tanto, pegadizo, se usa y abusa de los temas de moda (Rihanna, Twitter, Justin Bieber…) y los chistes son divertidos. Pero la falta de frescura y la necesidad de conocer la historia hasta este punto rebajan ligeramente el resultado.
Justicia Eterna
«¡Putos Vengadores, reuníos, comemierda!»
Este verano (el 28 de junio en Estados Unidos) llegará el cómic al cine y, la verdad, no puedo esperar a ver a Jim Carrey como el Coronel Barras y Estrellas (combinación de dos personajes de este cómic) El héroe encapuchado y acompañado de su inseparable perra Sophia se aleja de los papeles estrafalarios que suele interpretar el actor y, de hecho, su actitud sombría pero noble es uno de los aspectos que más me han sorprendido del cómic que ahora reseño. Y sí, también será curioso ver en acción a Zorra Nocturna (la guapísima Lindy Booth) y a Insect Man (Robert Emms [War Horse], como curiosidad, éste iba a ser inicialmente el nombre de los cómics de Spider-Man), pero quien más se sale de madre y logra (perdónenme la expresión) acojonarnos es áquel a quien en su momento tuvimos a bien llamar Bruma Roja y que ahora ha vuelto bajo el simple y descriptivo nombre de HijoPuta. Será muy interesante ver al tipo de complicada lengua al que da vida Christopher Mintz-Plasse (Supersalidos) convertido en este villano loco de pesadilla al que protegerá la aún más grotesca Madre Rusia (la culturista Olga Kurkulina).
HijoPuta y Madre Rusia. Parece una broma de mal gusto fácil de hacer y bastante más complicada de digerir. Nada más lejos de la realidad. Las motivaciones del alter ego de Chris D’Amico están bastante claras: Kick-Ass y Hit Girl no sólo escaparon de sus garras, sino que acabaron con la vida de su padre por el camino. Pero si en cualquier otro cómic esto se habría traducido en una fanática búsqueda de poder que pondría al mundo en peligro, en Kick-Ass 2 no. Bruma Roja es ahora un auténtico psicópata y, pese a lo obsceno de sus fechorías, uno no deja de preguntarse: «¿Y si ocurriera?»
«Pensemos en algo gracioso»
Panini distribuye Kick-Ass 2 con su acostumbrada calidad y por un precio que ronda los 20 €. Al cómic lo acompaña una galería con las portadas alternativas de la edición norteamericana (dibujadas por amigos del autor y con alguna sorpresa incluida) y una introducción que es uno de los mejores textos previos a un cómic que he leído. Joe Carnahan (director de filmes como Infierno Blanco o, ¡ay!, El Equipo A) se queda a gusto y nos brinda dos páginas de tacos, chistes guarros y verdades como puños que logran motivarnos hasta cotas insospechadas antes de ver como la carrera de Lizewski toca el cielo… antes de hundirse en el fango.
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