El Asombroso Spiderman: El libro de Ezequiel (publicado por Panini Cómics en su versátil Marvel Saga) supone el desenlace de La saga de Ezequiel (que no de la exploración de la naturaleza totémica de los poderes de Spiderman). Un desenlace que más allá de percepciones acerca de si es más o menos previsible es importante por todo lo que cuenta acerca de Peter y de su relación con la araña y consigo mismo. J.M. Straczynski no figura entre los guionistas más trascendentales de la trayectoria del personaje por casualidad.

«Me dejé llevar Peter… la emoción de la caza…»

La aventura que nos ocupa, sin embargo, arranca un poco antes, justo tras los acontecimientos de Feliz cumpleaños. El su exploración por lo sobrenatural y habiendo usado ya la bala de Doctor Extraño, el autor buscaría nada menos que en Asgard para buscar nuevos aliados para el trepamuros. La batalla contra Dormammu tuvo consecuencias imprevistas y Peter se ve arrastrado a un conflicto del que no sabe ni la mitad, solo que debe hacerle frente porque es lo correcto. Y es este desmedido sentido de la responsabilidad el que le hará hacer buenas migas con su necesitado compañero.

Al igual que en relato siguiente, en el que nuestro protagonista ayuda a frenar un robo y en el que asume el rol de novio de MJ, no importa tanto el qué sucede o con quién interactúa (sean villanos o aliados), sino el cómo y el porqué actúa. Stracynski construye unos relatos en los que lo más importante de todo es Peter como personaje. Su crecimiento y aprendizaje vital es lo que mueve esta etapa por encima de cualquier otra consideración.

Agregados como Ezequiel o que el destino tuviera algún tipo de incidencia en su conversión en Spiderman y no solo el azar son piezas que usa el guionista para mover al personaje. Y es por esto por lo que, aún habiendo sagas más o menos polémicas a ojos del fanático de turno, el trabajo de Straczynski es tan importante en la historia reciente de la franquicia arácnida.

Y hablando de Ezequiel y de pies de barro, como apuntamos en el título, ¿alguien se sorprende si una supuesta figura de autoridad y de conocimiento, pero que guarda con muchísimo recelo cualquier información sobre sí mismo, termina cayéndose de su pedestal ante las primeras señales de grietas? De nuevo, la fragilidad de Ezequiel como mentor, más allá de que funcione para el avance de la trama y para proporcionar a John Romita Jr. el escenario para lucirse coreografiando secuencias de acción, pone de manifiesto aspectos a explorar del propio Peter. Y aquí, casualidad o no, el guionista conecta de forma orgánica con los orígenes del personaje.

Aunque con el tiempo lo hayamos olvidado, en sus primeros tiempos Peter tendía a ser un personaje arisco e incluso envidioso; comprensible teniendo en cuenta que solía ser víctima de bullying. Esa rabia cobra una interesante interpretación en manos de Straczynski y en el contexto totémico en el que el simbolismo y las metáforas son tan relevantes. Insisto: J.M. Straczynski no figura entre los guionistas más trascendentales de la trayectoria del personaje por casualidad.