Punisher. Bienvenido, Frank: Matanza justiciera

Punisher. Bienvenido, Frank
Nos adentramos en el acercamiento que hacen Garth Ennis y Steve Dillon a Punisher en el sello Marvel Knights.

Punisher. Bienvenido, FrankHablar de Garth Ennis es hablar de Predicador. Y hablar de Predicador es hablar de una de las obras cumbre del cómic contemporáneo y de legiones de fans capaces de tatuarse el semblante de Cassidy en el brazo. Palabras mayores. Así, enfrentarse a un volumen como este Punisher: Bienvenido, Frank, coetáneo de Predicador puede despertar tanto malsanas expectativas como infundados temores. Las comparaciones resultarían odiosas, más aún cuando la temática entre una y otra obra poco tienen que ver. Siendo honestos, ¿alguien duda de que la conjución Punisher y el autor norirlandés puede deparar algo malo? Por supuesto que no.

Punisher: Bienvenido, Frank recoge la maxiserie de 12 números editada por Marvel bajo el sello Marvel Knights –línea a medio camino entre el universo Marvel tradicional y MAX, la variante más adulta de la Casa de las Ideas– entre 2000 y 2001 que cuenta, además de con los guiones de Ennis, con el formidable dibujo de Steve Dillon. Sí, la pareja que nos enseñó lo brutal y divertida que puede ser la historieta gracias a Predicador, forma un dúo de altura para dar vida a un Frank Castle más mortífero que nunca.

Quizás, el ser una serie incluida en la línea Marvel Knight limite un poco la sanguinolencia del libro (lo que resiente, por ejemplo, las escenas de tiroteos), pero compensas hábilmente la falta de imágenes explícitas por la sugestión y la insinuación. Los actos más brutales suelen acontecer fuera de plano, pero los autores permiten al lector que sea este quien se imagine las sádicas escenas. Unos alicates ensangrentados, la zarpa de un oso o frases como «lámeme las costras» pueden resultar mucho más efectivas que cualquier desmembramiento en primer plano.

Punsiher: Bienvenido, Frank destaca tanto por su brutalidad como por su sentido del humor. Esto permite a Ennis sentar las bases de su discurso, un discurso caracterizado por la crítica hacia el género superheroico y sus códigos sacados del manual del buen boy scout. Casi se podría hablar de desprecio por los superhéroes (como apunta Bruno Orive en su artículo de apertura). No hay más que comprobar lo malparado que queda Daredevil en el tercer capítulo o los comentarios jocosos hacia personajes como Hulk («He oído que el Ruso le dio una buena a Hulk. Le hizo llorar y todo«) o Thor («Soy un fan del poderoso Thor. Tiene un martillo enorme, como un buen comunista…«). Una actitud que deriva en uno de los temas principales de la obra (el otro es el crimen organizado, retratado a través de la vendetta de Castle contra Ma Gnucci): el fenómeno del vigilantismo o la perversión de la cruzada del héroe. Además de Punisher, el tomo nos presenta a una serie de individuos anónimos que deciden tomarse la justicia por su cuenta. Jueces y verdugos en los que se confunden las loables intenciones con los intereses personales y un despiadado sentido del bien y del mal. ¿Los héroes crean monstruos? ¿necesitamos vigilantes cuando las fuerzas legítimas de la sociedad fracasan o no actúan? ¿tienen autoridad los vigilantes para ser jueces y ejecutores? Y así podríamos estar un buen rato, planteando preguntas al aire. De forma más o menos velada (o más o menos evidente, según el caso), son las mismas cuestiones que se desprenden del volumen.

Punisher. Bienvenido, Frank

Uno de los aspectos más destacados del libro es el abanico de secundarios (amigos y enemigos) que acompañan a Castle. Si hay un rasgo definitorio en Garth Ennis es este. El detective Soap, Spacker Dave, la teniente Molly Von Richthofen, Joan, el padre Hector Redondo… personajes estrafalarios marca de la casa víctimas del perturbado humor de su creador. Por un lado, resulta muy interesante encontrarse con Punisher en un entorno en el que tiene que relacionarse con la gente que le rodea, dándole una perspectiva diferente al personaje. Por otro lado, estos secundarios de lujo ayudan a destensar la acción, aportando carisma, personalidad y las dosis de humor suficiente para hacer de este Bienvenido, Frank en una de las aproximaciones más atractivas que se han hecho del Castigador.

Acerca de Daniel Lobato

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El padre de todos, pero como a Odín, se me suben constantemente a las barbas. Periodista de vocación cinéfila empecé en deportes (que tiene mucho de película) y ahora dejo semillitas en distintos medios online hablando de cine y cómics. También foteo de cuando en cuando y preparo proyectos audiovisuales.

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