Réquiem por Marte

Réquiem por Marte: Demasiadas expectativas

Réquiem por MarteEn los últimos meses Panini Cómics ha editado en nuestro país dos obras imprescindibles del cómic norteamericano de los últimos años, dos de las obras claves para conocer a Jonathan Hickman: Pax Romana y El informativo nocturno. Así, las expectativas de cara a Réquiem por Marte, al menos por parte de la redacción, estaban por las nubes. Demasiado altas.

 

Para estos trabajos realizados bajo el sello Image, Réquiem por Marte resulta muy convencional. A diferencia de los libros mencionados antes, en este Hickman se acompaña de un artista para que se encargue de los dibujos, encargándose él de la historia y el color. No se trata tanto de discutir sobre si el trabajo de Ryan Bodenheim es bueno o no (que lo es), sino de si este lleva al cómic a un terreno más seguro; sí. El dibujo de Bodenheim está muy anclado a los cánones que marca la industria, por lo que perdemos el minimalismo y la personalidad de sus predecesoras. El color, sin embargo, aporta una sensación de coherencia formal, de estilo, que nos recuerda quien es su autor.

 

Más allá de gustos personales (en este caso, el del dibujo es un debate de gustos pertinencia, su calidad es incuestionable), al aspecto que más se le puede achacar el convencionalismo apuntado antes es al guión. Porque Réquiem por Marte no deja de ser un relato de superhéroes y de su lucha por salvar el mundo. No tiene mayor trasfondo; es puro entretenimiento (que se agradece muchísimo), pero quien busque un poso de reflexión tras su lectura no encontrará nada.

 

Y eso que el tema está ahí. La idea sobre la que pretende girar la historia es el concepto de la utopía, de cómo ha ido cambiando al ritmo que lo ha hecho la sociedad. Un fondo interesante a todas luces, pero por culpa de la corta extensión de la obra (es una serie de 4 números) y de su inclinación hacia los aspectos sobrehumanos y fantásticos de la historia, este queda diluido en las intenciones.

 

Marte llegó a La Tierra en la Edad Media, un tiempo que no le comprendía y que él no se molestó en comprender. Y ha vivido entre nosotros desde entonces, superando nuestro presente hasta llegar al año 2115, momento en que comienza el relato. Junto a esta suerte de Superman del que se nos van mostrando aspectos a medida que avanza la narración sin que lleguemos nunca a conocerlo ni a empatizar, nos encontramos con Marcus Farber, un hombre que tiene el poder de ver el futuro y que nos sirve de guía en esta aventura. Este «visionario» entiende su poder como una carga, por lo que da a su voz y a su historia (la vemos a través de él) un tono melancólico, muy derrotista, que impregna todo lo que vemos y leemos. Entre un narrador quejica y un héroe deshumanizado con el que no se puede congeniar, el futuro pinta negrísimo para este mundo ideado por Hickman.

 

Bromas aparte, este es un tomo que como divertimento no tiene desperdicio y además apunta el camino que seguirán sus trabajos más recientes en Marvel (como apunte, este fue su primer trabajo publicado cuando ya colaboraba con la editorial), como se puede apreciar en el crossover de la temporada: Vengadores Vs. Patrulla X. Pero ya está. Quizás estemos pidiendo demasiado. En manos de un guionista mediocre sería una obra para ovacionarle; en manos de Hickman es una más, le falta carisma. Demasiadas expectativas.

 

Acerca de Daniel Lobato

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El padre de todos, pero como a Odín, se me suben constantemente a las barbas. Periodista de vocación cinéfila empecé en deportes (que tiene mucho de película) y ahora dejo semillitas en distintos medios online hablando de cine y cómics. También foteo de cuando en cuando y preparo proyectos audiovisuales.

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