Nacida originalmente como una pequeña aventura VR narrada por Colin Farrell, Gloomy Eyes reimagina aquella experiencia (premio en Annecy y nominada a los Annie) en un juego completo sobre dos infantes (Nena, humana; y Gloomy, zombi) que se embarcan en la misión de recuperar el Sol en un mundo condenado a la oscuridad.
Definida como una aventura cozy horror, Gloomy Eyes presenta un estilo artístico -y narrativo- que nos lleva irremediablemente a pensar en los mundos de Henry Selick o Tim Burton, pero también al espíritu de obras como La mecánica del corazón, del francés Mathias Malzieu. El foco de la propuesta descansa en su ambición fabulesca, marcada tanto por la imaginería de sus personajes y entornos, como por la cálida voz que aporta el también irlandés Eric Nolan al sepulturero que actúa de narrador en el juego.
A nivel jugable nos encontramos con una propuesta «self-coop», es decir, se trata de una experiencia para un jugador en la que manejamos a los dos personajes protagonistas (pulsando la Y del mando Xbox cambiamos entre uno y otro), combinando sus habilidades (Nena puede interactuar con cerraduras y botones, mientras que Gloomy carga y mueve objetos pesados) para resolver los diferentes rompecabezas ambientales que se extienden por los escenarios, unos dioramas artesanales repletos de detalle y personalidad.
Momentos de acción como tal hay pocos, prácticamente todo responde a la citada resolución de puzles y algo de sigilo para evitar que nos detecten enemigos puntuales. En este sentido tenemos una propuesta bastante asequible. Requiere principalmente que estemos pendientes del escenario para interpretar bien qué hacer. Y si no os frustráis demasiado, en unas cuatro hora podéis completar los quince capítulos de los que se compone esta entrañable aventura.
Es una pena que todo el ambiente que crea Gloomy Eyes se resienta a los mandos. Los bugs tipo personajes que se quedan enganchados en un punto o que directamente desaparezcan de pantalla son algo habituales, obligándonos a cargar desde el último punto de control. Los controles no son ejemplo de precisión y la cámara (de planos semifijos con unos movimientos definidos según el encuadre y posición de los personajes en el escenario) también puede quedarse enganchada o no hacer el movimiento requerido. ¿La solución? La misma que con los fallos en las animaciones, cargar desde el punto de control anterior.
En nuestra experiencia no hay ningún fallo dramático que corrompiera la partida, pero a tenor de la duración, el porcentaje de problemas técnicos es considerable. Y si tenemos en cuenta que se trata de una propuesta muy enfocada en la narrativa y en la generación de ambiente, los continuos fallos rompen de lleno la inmersión.
Si estos contratiempos no suponen un problema, Gloomy Eyes nos regala una fábula en sintonía con relatos como La melancólica muerte del chico ostra o, sin ese componente fantástico, La vida de calabacín; en la que la jugabilidad está siempre al servicio del cuento y su personal atmósfera. Ideal para introducir a los peques en el fantástico.
Además de estar disponible en digital, Gloomy Eyes cuenta con una edición física, publicada por Meridiem Games para PlayStation 5, que incluye una funda especial con el mismo arte de la portada, la banda sonora digital, postales coleccionables y un set de pegatinas.
Analizada la versión de PC (Steam).


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