Amanece en Edimburgo: El amor reside en Escocia

Amanece en Edimburgo

Amanece en Edimburgo

Título Original: Sunshine on Leith

Director: Dexter Fletcher

Guión: Stephen Greenhorn

Reparto: Peter Mullan, Antonia Thomas, Jason Flemyng, Freya Mavor, Jane Horrocks, Paul Brannigan, George MacKay

Reino Unido / 2013 / 100′

Productora: Black Camel Pictures / DNA Films

El musical es un género amado y odiado por igual, y guste o no, hay imágenes e iconos que vienen a la cabeza con una determinada melodía. ¿Ejemplos?: Gene tan sonriente y empapándose pese a llevar paraguas, Julie danzando por las montañas austriacas, Liza en tugurios poco decentes, Nicole haciendo acrobacias…

El musical es un género amado y odiado por igual, y guste o no, hay imágenes e iconos que vienen a la cabeza con una determinada melodía. ¿Ejemplos?: Gene tan sonriente y empapándose pese a llevar paraguas, Julie danzando por las montañas austriacas, Liza en tugurios poco decentes, Nicole haciendo acrobacias en el Moulin Rouge…

Sunshine on Leith es el último título que llevará a los fans a las salas. Ya se sabe que estas tramas no son de profundizar mucho porque siempre tocan el amor desde sus aristas más genéricas y melifluas, todo para que luzca más el espectáculo en sí. Pero que no esperen un vodevil colosal porque esta producción aparca en lo costumbrista; y no sólo por su temática, sino por el escaso presupuesto.

La historia se hilvana con la discografía de los escoceses The Proclaimers. Abba abrió una veda que a día de hoy prosigue. Sus canciones sirvieron para escribir Mamma Mia, un enredo de amoríos y jolgorio veraniego desarrollado en las islas griegas (no podía ocurrir en otra ubicación). España no quiso quedarse atrás, y así los espectáculos horteras de revista tan oriundos de aquí tornaron hacia un estilo más fresco: ahí están los textos de Hoy no me puedo levantar y Marta tiene un marcapasos, homenajeando a Mecano y Hombres G respectivamente -no hay manera de que los ochenta se vayan-.

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En este caso, el argumento se lanza con unos soldados que, a punto de entrar en combate, se ponen a entonar canciones, acabando la intro de manera fulminante; la escena descoloca por lo chocante que resulta. A continuación ya todo es más calmado: los chicos regresan al hogar después de su servicio. Los dos amigos, vestidos aún de militares, pasean por Edimburgo y comienzan con el I’m on my way (tema que se oyó en Shrek). Luego empiezan los reencuentros en su vuelta a la vida civil, los amores repentinos, las mentiras y demás tejemanejes tan asiduos de esta categoría cinematográfica.

Fiestas en los pubs, afabilidad familiar, romances y ansias de transmitir frenesí jovial. Sin embargo, el trasfondo se queda un poco frío. Los problemas que se ven son muy del día a día, y sin las canciones serían la nadería hueca. Que conste que hay ganas de enseñar el espíritu fresco del musical. Si no fuera por el número final, la historia y los personajes lanzarían un mensaje muy insulso; quizá sea porque algunos de los chascarrillos se entenderán más en un contexto británico (seguramente si los musicales españoles se hicieran largometraje sucedería lo mismo).

Todo el presupuesto parece haber ido a la última escena, la cual consigue que el público se vaya feliz, ¿Quién no se anima con 500 miles? Qué flashmob tan bien llevada en el corazón de Edimburgo, ¡Y cuánto plano y movimiento de cámara! ¿El director se ha dejado influenciar por Michael Bay?

Ver una película de esta índole proveniente de Escocia es algo inaudito con lo acostumbrados que nos tiene a las otras sensaciones: la sordidez de Trainspotting, la fuerza de William Wallace en Braveheart, etc. Ahora los campechanos, toscos y cercanos pelirrojos les da por enseñar su faceta moñas. Es como si cada personaje estuviera escuchando en su cabeza «Love is in the air everywhere I look around» todo el rato. Ver a chicos tan blanditos chirría cuando sus paisanos Ewan McGregor y Sean Connery han vendido otra pose más salvaje. Pese a ser tan duros, ellos también saben hablar del amor. Aunque acaramelar tanto el whisky no es bueno porque los toques amargos saben insípidos finalmente.

No posee presupuestos inconmensurables ni estrellas internacionales, ni un cancionero demasiado popular. Pero hay que reconocer su buen hacer. En este amanecer los nubarrones no tapan el sol por completo, así que el día será bonito al fin y al cabo.

Acerca de María Aller

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Madrileña. Comunicadora. Periodista. Sagitaria. Bonne Vivante. Cine. Y festivales, series, libros, cocina, deporte... recomiéndame!

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