Betty Anne Waters

Betty Anne Waters: Quien algo quiere algo le cuesta

El que una película esté basada en una historia real es un formato que siempre funciona, tanto la gran pantalla como la televisión se llena cada año de filmes de este tipo y, a menudo, reportan beneficio económico de una manera fácil. Esto no siempre es bueno, habitualmente se utiliza el interés que siente el público hacia este tipo de historias para presentárnoslas sin más de una manera extremadamente emotiva, o incluso exagerada, sin introducir ningún elemento llamativo o novedoso que haga de la película algo diferente.

 

En esta ocasión es Tony Goldwyn el encargado de presentarnos la historia de los hermanos Waters donde con unos ingredientes de mujer coraje, hombre acusado injustamente, derecho, juicios y, sobretodo, drama humano, Goldwyn nos sumerge en una atmósfera de impotencia que bien podría ser una denuncia al sistema judicial estadounidense, pero que profundiza más en la parte emocional de la historia.

 

Betty Anne Waters

 

El que resulte eficiente el centrarse en el perfil humano de los personajes y se aleje (aunque no mucho) del resto de películas de similar argumento, se lo debemos en gran medida al trabajo de los actores, cuyas interpretaciones han sido premiadas en diversos festivales, destacando la de Sam Rockwell, que recibió el premio a mejor actor en el Festival de Boston, y la de Hilary Swank, que demuestra de nuevo su talento para papeles dramáticos; aunque no debemos menospreciar las elegantes aunque breves actuaciones de dos secundarias que se hacen notar: Melissa Leo como policía inhumana y sin escrúpulos, y Juliette Lewis, que nos muestra en este mismo personaje dos registros excelentemente interpretados. Ambas tienen un papel pequeño, aunque fundamental para la trama.

 

Como la historia transcurre durante un periodo de dieciocho años es evidente que todos los personajes deberían sufrir una transformación psicológica y física, y precisamente en quien menos se nota es en el personaje de Hilary Swank que, a pesar de que su vida se derrumba mientras ella continúa con su única obsesión (sacar a su hermano de la cárcel), parece que por ella no pasan los años ni cambian las preocupaciones, podría bien ser un error de caracterización o que el director ha querido acentuar ese perfil del personaje, de que en esos dieciocho años no ha cambiado de parecer y no ve más allá de la historia de su hermano, que por otro lado, está transformando todo lo que ella tenía; pero no queda muy claro. En el resto de personajes se hace evidente el paso del tiempo y el cansancio psicológico que padecen, por eso precisamente choca más el caso de la protagonista.

 

Betty Anne Waters

 

Es una película narrada de forma muy sencilla, muy lineal, sin introducir elementos o técnicas novedosas ni arriesgadas; a penas unos breves flashbacks que no son más que una manera de hacer ver al público en diversas ocasiones lo estrecha que era la relación de los hermanos desde que eran pequeños, pero sin ningún fin estético. Con una historia principal desencadenante de lo que podrían ser historias secundarias que podrían haber sido igualmente contadas para reforzar la historia principal (como el divorcio de la protagonista) pero que no terminan de desarrollarse, simplemente se mencionan de pasada, aunque no por ello deja de funcionar. Comienza de una manera muy dinámica, metiéndonos en la historia de una manera eficaz: un asesinato, un arresto, un juicio, una familia dividida, etc.; y mantiene ese ritmo a lo largo de la primera mitad de la película, aunque posteriormente los inconvenientes que se encuentra la protagonista en la segunda mitad ralentizan ese ritmo insistiendo demasiado en superarlos sin que muchas veces sea necesario mostrar todo lo que sucede, pero sin terminar de cansar. Somos conscientes del cambio por cómo sucede, no por que se haga pesado.

 

Es una película simple, emotiva, lineal y muy fácil de seguir. La emotividad se consigue, a parte de con los recursos típicos de: drama humano, música lenta en momentos tristes, etc., haciendo llegar al público esos personajes con los que se pueden identificar, e incluso formulando directamente la pregunta de «¿cuánto estaríamos dispuestos a arriesgar por un ser querido?» que inconscientemente todos intentamos responder.

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