Si os recomiendo una película sobre la eterna lucha entre los instintos primarios y la humanidad inherente a cada persona, una película sobre las bases ideológicas del nazismo y las distintas formas en las que se puede presentar el mismo, una película sobre la xenofobia, sobre la aceptación, sobre la venganza… y además os digo que hay mutantes, explosiones, humor y cuerpos esculturales lo que imaginéis en vuestra cabeza puede ser un caos absoluto sin pies ni cabeza.
Debido a esto han hecho falta hasta seis guionistas (retorno de Bryan Singer incluido) para construir la preciosista obra de la que esta crítica se ocupa. Y es que una cabeza sola no habría sido capaz de idear un rompecabezas de datos y personajes como este, o habría podido, pero el resultado nunca habría sido tan impactante, tan digno de ovación.
Porque la mayor virtud de X-Men: Primera Generación es que es una muy buena película de superhéroes, pero también es una genial película en sí misma, interesante de principio a fin. Veamos algunos de sus aspectos más relevantes.
X-Men y el movimiento nazi:
Desde la primera entrega, allá por el año 2000, X-Men ha hecho constantes referencias a los conceptos de la pureza de raza, la raza aria y demás. El personaje de Magneto es un judío que sobrevivió a los campos de exterminio alemanes, como podemos ver en una de las escenas de la primera película (que se rescata en esta nueva entrega para abrir el filme). Sin embargo, las ideas que lo sitúan como el «malo» de la película son las mismas que tuvieron en su tiempo los soldados que lo apresaron.
Este paso de víctima a villano, con la aceptación de las premisas que le destrozaron la vida, queda explicado en esta película y hace de Magneto/Erik Lehnsherr (interpretado por un acertadísimo Michael Fassbender) un personaje oscuro, atractivo y, sobre todo, muy complejo. Es un personaje al que no nos podemos acercar con la etiqueta de «el malo», porque sólo veríamos una décima parte de su personalidad.
Rusos contra Americanos:
A la hora de situar temporalmente la película se ha decidido inteligentemente el escenario de la Guerra Fría, que tanto juego da. Por un lado tenemos una sociedad americana inmersa en una profunda caza de brujas y que se valdría de cualquier arma para defenderse de la «amenaza comunista», incluso si esta arma es tan temida y despreciada como lo son los mutantes.
Por el otro a unos rusos sobre los que se pasa de puntillas (que también hay que vender en Rusia), que se apresuran a copiar y magnificar cualquier estrategia estadounidense en la carrera armamentística que caracterizó esa época.
En medio tenemos a un malvado mutante aprovechándose de la coyuntura y a unos jovencitos Xavier (James McAvoy) y Erik definiendo cada uno su propia filosofía y cimentando una difícil amistad más allá de sus ideales.
Los conflictos internos:
Una de las razones que hizo que Marvel se coronara como la Casa de las Ideas, la reina de las cunas de superhéroes, fue la profundidad y la cercanía de los personajes que se sacaron de la chistera genios como Stan Lee o Jack Kirby. Spiderman siempre ha sido el prototipo de adolescente condenado a madurar, Iron Man representa el sueño americano de dinero a paletadas, pero siempre ha ido muy ligado a los problemas morales de quien tiene mucho poder sobre los demás…
Los X-Men, por su diversidad, siempre han funcionado muy bien a la hora de crear nuevos personajes con los que se pueda identificar el público. Personajes que, por otra parte, tienen preocupaciones tan mundanas como las tuyas o las mías. Cada uno, cuando salga del cine dirá que su preferido es Azazel, o Angel Salvadore, o Havoc… Realmente estará diciendo cuál le representa, o le gustaría que le representara más. Y detalles de ese tipo llenan salas de cine.
Y para unirlo todo…
Todo lo anterior quedaría demasiado serio y aburrido si no hubiera un cemento que lo uniese y le diese sentido y velocidad. En este caso ese cemento lo conforman las escenas de acción, con la espectacularidad que se le puede exigir a una productora como 20th Century Fox, y un sentido del humor que lleva claramente impreso el sello de la factoría Marvel. Todo ello decorado con unos looks muy sesenteros, los cuales son una auténtica delicia visual.
En el capítulo musical se da un nuevo cambio en la elección de compositor de la banda sonora (y ya van cinco para cinco películas). En esta ocasión se apuesta por Henry Jackman, que ha creado melodías bastante interesantes para películas como Monstruos contra Alienígenas o Kick-Ass. En esta película destaca su labor, sobre todo en las secuencias de acción, con una música que trata de acercarse a la de otras entregas pero definiéndose como única.
En resumen:
El bombazo del mes de junio llega en su primera semana. Una película muy completa cuyas dos horas de duración se nos hacen cortas.
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