Sobran las palabras

Sobran las palabras: Una madura comedia independiente

Como bien indica el título, en esta película sobran las palabras. Aunque el título original Enought said haga referencia a que ya no hace falta decir más. Quizá sea porque es difícil describir con palabras la cantidad de emociones a los que nos someten los 92 minutos de metraje. No es una película brillante, pero tampoco lo suelen ser los momentos que llenan el mayor tiempo de nuestra vida. No hacen falta grandes efectos, ni grandes historias, basta la chispa que llegue a conquistarnos. Y el film conquista.

 

La excusa para hablar sobre las relaciones gira entorno a la rutina de Eva (Julia Louis-Dreyfus), una masajista divorciada. A través de su día a día se muestra cómo las personas nos afectamos unas a otras. Y cómo la inadaptación social, el egoísmo o la falta de comunicación dominan las interacciones. Se centra en la soledad y en la necesidad de reconocimiento. De ahí la eterna búsqueda de compañía que dé más sentido a los pequeños instantes de la vida. Y si ello hace que los protagonistas se expongan al ridículo de sus actuaciones movidas por las pulsiones más básicas del ser, ¡bienvenida sea la comedia romántica con tintes patéticos!

 

Y aquí es cuando entra en juego Albert (James Gandolfini). Un tipo no muy agraciado físicamente que con un poco de persistencia se cuela en la vida de Eva. Es maravilloso el juego de flirteo sincero que relata el guión contextualizando la situación de dos personas que ya se han aceptado a sí mismas con sus defectos y virtudes. Aunque… ¿hasta dónde llega la madurez? Porque es fácil ser consciente de uno mismo a los cuarenta, pero cuando se trata de las inseguridades del resto la cosa cambia.

 

James Gandolfini en Sobran las palabras

 

Tanto Louis-Dreyfus como Gandolfini bordan sus interpretaciones. Son tan naturales que parece que nos encontramos ante escenas de lo que podría ser perfectamente su vida real. Julia interpreta a Eva con un humor irónico muy realista. Y Gandolfini, en su penúltimo papel, sorprende con un personaje bastante diferente al que el actor norteamericano nos tenía acostumbrados. Aunque su chándal nos recuerde a la mafía más «casposa» de Los Soprano, es lo único que se asimila. Los que veneren a Tom Dicillo serán felices con la aparición de su actriz fetiche, Catherine Keener, la que también ejerce un papel importante en el resto de películas de la actual directora. Su papel aquí es una mezcla de mujer snob y hippie que se encarga de activar la trama, abriendo un sinfín de caminos morales y dando lugar a que el resto de personajes se luzcan. Y luciendo un guión repleto de frases ingeniosas resalta como secundaría Toni Collette al papel de mejor amiga, de esas que en vez de ayudar muchas veces se encargan de liar toda situación.

 

La realización se caracteriza por una naturalidad propia del cine independiente estadounidense, y por un abuso del primer plano para retratar los escenarios. A la vez que introduce un estilo televisivo. Y es que no hay que olvidar la presencia de Nicole Holofcener en la dirección de series como Sexo en Nueva York, A dos metros bajo tierra o Iluminada.

 

A la salida del cine las palabras sí que sobrarán y tardará en llegar la típica»¿qué te ha parecido?». Es inevitable no quedarse reflexivo sobre todo el trasfondo que propone la película, pero sobre todo porque todos hemos vivido las sensaciones y los momentos que se transmiten.

 

Deja un comentario:

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *