Foxfire: Confesiones de una banda de chicas
Título Original: Foxfire
Director: Laurent Cantet
Guión: Laurent Cantet, basado en la novela de Joyce Carol Oates
Reparto: Raven Adamson, Katie Coseni, Claire Mazerolle, Madeleine Bisson, Rachel Nyhuus
Francia – Canadá / 2012 / 143′
Productora: Haut et Court / The Film Farm / Memento Films International
Pasó por San Sebastián hace dos años con ella. El último filme de Laurent Cantet llega a las pantallas españolas. El francés cruzó el charco para retratar una vez más a la adolescencia, pero esta vez sale de las aulas de enlace. Se aleja de la reinserción y tolerancia como punto de vista. Su mensaje va más encaminado a la reivindicación…
Pasó por San Sebastián hace dos años con ella. El último filme de Laurent Cantet llega a las pantallas españolas. El francés cruzó el charco para retratar una vez más a la adolescencia, pero esta vez sale de las aulas de enlace. Se aleja de la reinserción y tolerancia como punto de vista. Su mensaje va más encaminado a la reivindicación. Ahora retrata a una pandilla de chicas que forman a una banda violenta, en una sociedad opresora de la que quieren salir y cambiar su desfavorecida situación, cueste lo que cueste. Es en Estados Unidos, pero la producción es francesa y el rodaje fue en Canadá (y el argumento se basa en la novela de Joyce Carol Oates).
Cantet dirige con esmero, sinceridad y potencia los lazos de estas jóvenes. La forma en la que hace que estas chicas interactúen engancha al espectador. Su forma de ahondar en las conversaciones, en los debates, en los tejemanejes ya se palpó en la condecorada La clase, cuya fuerza era precisamente esa dinámica como grupo. No ahonda en el contexto, ni en sus pasados, ni en sus sentimientos, pero sí en las relaciones entre ellas; profundiza en Foxfire, no en los porqués de su existencia. Al igual que en sus anteriores alumnos, donde lo primordial era esa clase ahora lo importante es la banda, ese canto a la esperanza.
Fácil hubiera sido titular esta crítica «Las chicas son guerreras». Pero no se para en la mera reivindicación del sexo débil. El entorno tan clasista, injusto e hipócrita que escondía la bonita estética yanqui de los cincuenta es un personaje más de la película; y estas chicas quieren proclamar su propio basta ya con todas sus fuerzas, sobrepasando a la ley y dejándose llevar por la efusividad quinceañera.
Las bandas tan arquetípicas de esa década eran masculinas: con su atuendo como sello primordial. Este tropel de féminas hace que su asociación sea invisible, así se desquitarán de los roles que su comunidad les ha impuesto. Y todo con un halo de melancolía, que acentúa más el furor y la rebeldía de esos años, en los que uno se cree capaz de todo y que entiende todo. La narradora es una de esas niñas testigo de esas hazañas, que decide escribirlo después. Otra es la líder, Legs, el motor que hace resurgir esta banda de chicas. También está la ingenua, la bruta, la nueva, y muchas personalidades se irán juntando.
El contrapunto a estas jóvenes son niñas bien. Unas muchachas que por su status desconocen lo que es la maldad y la soltura que las otras han tenido que desarrollar para sobrevivir. Las diferencias entre ricos y pobres, o el racismo que impregnaba a la sociedad en esa década se vislumbran en la presente trama. Y ellas, las protagonistas, son las más perjudicadas: menores, pobres y mujeres. Todo el joven elenco es desconocido, algo que favorece al peso de la historia para que recoja más protagonismo (lo mismo que sucede con Entre les murs). La ambientación de la dirección artística ayuda pero no sobrecarga la historia, ayuda a contar los hechos y que el espectador se fije en ellos y no en florituras de época.
Lo que va en su contra es la duración, pero no el contenido. En las casi dos horas y media de metraje, Cantet reitera el mismo mensaje: siempre radical, extremo y vertiginoso, más allá de los límites. Las situaciones se repiten, pero con su manera de trabajar, y gracias a los detalles no saturan al público. Es todo extremista, como todo en esta banda que se creó por necesidad, como un medio de supervivencia. Cantet es melancólico, pero no sólo él, sino el público, porque tal como enseña la trama, es la etapa más difícil por pedirte que sigas las normas cuando es lo último que quieres.
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