No hay nada como tirar de los clichés. Si adherimos varios a la vez, la mezcolanza puede ser explosiva. O repetitiva más bien. Eso sucede con French women, una crónica parisina sobre la –supuesta– situación actual de la mujer.
Audrey Dana recopila a un ramillete de actrices galas para asignar a cada una a un determinado rol: la ejecutiva agresiva, la resignada ama de casa, la joven enamorada de su jefe, la madura que quiere experimentar nuevos jueguecitos, la esposa engañada… Así hasta once jugadoras entran en el juego, contando con la propia Dana que las capitanea sin llegar a un buen marcaje.
Y eso que cuenta con buena defensa: Vanessa Paradis, Laetitia Casta o Isabelle Adjani son los fichajes más visibles del elenco, que resguardan la portería y esquivan balonazos sketch tras sketch. En el terreno se topan con las amigas, la maternidad, la conciliación laboral, las mentiras, el temible paso del tiempo, el amor y el sexo (¡no podía faltar!). Y todo en un campo de juego idílico y no tan manido como en otras ocasiones: París, la urbe donde estas titulares sobreviven y superan los retos que la vida y el progreso les impone. Así, la realizadora novel forja un vodevil de historias de féminas entrelazadas por las infidelidades, la amistad y los amoríos. Cómo no, el sexo es uno de los pegamentos de las historias: aparece en forma de vía de escape en casi todas las tramas presentadas.
La imagen de la mujer actual queda desdibujada y aparece desde un punto de vista que se basa en estereotipos insultantes y poco originales. No todas las películas tienen por qué enarbolar la bandera de la igualdad, dentro del humor se permiten ciertas concesiones que se basan en los estereotipos establecidos, idóneos para la jocosidad y el chascarrillo barato. Pero ya puestos en tal materia, que se haga con algo más de puntería. Las intenciones no son malas y sin embargo se queda en el camino de sus propósitos. Se pasa de pretenciosa en alcanzar el género girly, ese que a Hollywood se le da tan bien, pero que se resiste en el viejo continente. No hay más que ver la apertura y cierre de la cinta: una chica poniéndose un tampón y finaliza con un baile ¿Esto es una película para chicas o un homenaje a la publicidad de compresas?
Y es que en este primario partido, la hembra sólo se ve bajo una perspectiva: rozando la histeria y siempre al acecho, mientras que la figura del adversario –el macho, por supuesto– se vislumbra es la de un ser melifluo, blandengue y bastante memo. Cuando alguien se basa en clichés, debe elaborarlos un poco más. El título original ya preconizaba lo que nos íbamos a encontrar (Sur les jupes des filles, Bajo las faldas de las mujeres).
Las chicas de Dana no han jugado mal, pero el fallado en la defensa es el lastre que hay que vigilar en el próximo partido. Para ser inaugural, es pasable. Los goles llegarán en el siguiente encuentro.
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