La Lista Falciani

La Lista Falciani: Europa podrida

El tío Dani me conoce demasiado bien. Son ya muchos años escribiendo en esta humilde revista y sabe que si me ofrece algo relacionado con política o economía me termino picando para verlo. La Lista Falciani, es un filme de 2015 dirigido por Ben Lewis (autor de otros documentales como Google y el Cerebro Mundial) que vuelve a estar de rabiosa actualidad por el tira y afloja del gobierno español con el suizo a causa de la petición del primero de que se extradite a los independentistas fugados y la del segundo de que los españoles hagan lo propio con el señor que da nombre a esta película: Hervé Falciani.

 

La Lista Falciani

Hervé Falciani

 

 

Lo que el documental propone es un recorrido sin edulcorantes ni colorantes a lo largo y ancho del mundo occidental a partir del robo de datos bancarios más abrumador y llamativo de lo que llevamos de siglo. La lista Falciani es un conjunto de 130.000 posibles evasores fiscales que tenían sus cuentas en la filial suiza del banco HSBC. Nuestro protagonista, muchas veces comparado con una especie de Robin Hood moderno, no es más que otro de una larga lista de listos y aprovechados de un sistema que supura corrupción allá donde mires. Una de las cosas que el filme se esfuerza en dejar claro es que en esta historia no hay buenos, sólo mala gente que se empuja mutuamente ante el tren en marcha de una sociedad cada vez más harta de su descaro y su desprecio.

 

Nadie se salva: Falciani robó los datos para tratar de hacerse millonario, el gobierno suizo trató de recuperarlos para mantener el secreto bancario que sólo favorece a los ricos corruptos como cierto presidente del banco Santander y gran parte de su familia, el presidente de algún que otro equipo de fútbol o la práctica totalidad de los políticos españoles y griegos y el resto de gobiernos trataron de actuar sin demasiada diligencia por si aquello les salpicaba. Es, en cierto modo, alucinante. Somos conscientes hoy de todo lo que pasó entre bambalinas desde 2008 porque Falciani ha tratado de hacerse famoso y porque los gobiernos de países como Estados Unidos o Alemania (aunque ésta segunda más a regañadientes) han utilizado la lista sin tapujos para recuperar parte del dinero que unos cuantos bribones forrados les escondieron. ¿Interés por el pueblo? Ninguno, Kostas Vaxevanis (el periodista griego que destapó que su gobierno había recibido la citada lista y la hizo pública en su país) fue enjuiciado a causa de ello. Y a día de hoy nadie en ese país ha pagado lo que debe.

La Lista Falciani

La Lista Falciani

 

 

Pero es que no hace falta irse tan lejos. Nuestro país declaró una ‘amnistía fiscal’ gracias a la cual muchos evasores regresaron, pero la cual significó que España dejara de percibir unas cifras que podrían haber sido seis veces mayores. ¿Prisa por recoger beneficios o miedo por ver quién más salía salpicado? Casos como el Gürtel (en el que actualmente colabora el propio Falciani) me hacen pensar en lo segundo. La Lista Falciani expone una gran cantidad de datos que hacen de este documental sólo apto para gente enamorada de esta corriente como yo, pero no incurre, como sí que han hecho otras películas de mayor renombre, en un lenguaje denso y complicado. Se limita a hacer descender sobre los espectadores el conocimiento que los hará detestar aún más a las sucias instituciones que nos representan.

La Lista Falciani

La Lista Falciani

 

Otros documentales, como Inside Job, nos revelaron una verdad incómoda. La Lista Falciani pone nombres y caras a todos los que desde hace años llevan lucrándose a base de robar a sus propios estados. Hay un momento en medio del documental en el que esto queda meridianamente claro: «Los obreros no evaden impuestos. Ya los pagan cada vez que reciben un salario. Son las grandes fortunas y aquellos que las manejan quienes tienen el dinero y la oportunidad de evadirlos«. Lo único que me queda aún más marcado es el hecho de que en todas partes cuecen habas. Europa se asienta sobre unos cimientos carcomidos por las termitas que son sus propios políticos. Así nos va.

 

Acerca de RJ Prous

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En la soledad de mi beca Séneca en Zaragoza aprendí a amar el cine mierder. Volví a Madrid para deambular por millones de salas y pases de películas para finalmente acabar trabajando con aviones. Amante del cine y de sus butacas, también leo muchos cómics y, a veces, hasta sé de lo que hablo.

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