Stella es una película francesa dirigida y escrita por Sylvie Verheyde, de comienzo prometedor, en la que la joven Léora Barbara interpreta a una niña de 11 años de recio carácter, que ha crecido en un ambiente no muy apropiado para un niño pequeño y que se enfrenta a la entrada en la preadolescencia sin nada seguro y con un futuro incierto. Es una película que habla del desarrollo de alguien cómo persona, de cómo hay una etapa de nuestra vida en la que según el papel con el que la enfrentemos, condicionará la persona que seamos hasta nuestra muerte. Pero también habla de cómo, por mucho que a veces se puedan torcer las cosas en la vida, en la amistad y el amor siempre podemos alcanzar el equilibrio.
Trasladar esto a la gran pantalla es el gran propósito del equipo que realizó la película. Pero no es trabajo fácil y por desgracia no se ha conseguido. En las películas de grandes aventuras o de acción siempre puedes recurrir a efectos visuales u otros medios para ganarte al público y su interés, sin embargo en las películas dramáticas, acerca de personas normales en su día a día, es particularmente necesario que los actores destaquen y sobrecojan con su interpretación. Ese es el primer y más colosal fallo del film, la más que insuficiente interpretación la pequeña actriz Léora Barbara. Al principio se nos presenta a una niña atípica en su forma de ser y de actuar que crea expectación acerca de cómo se irá desarrollando en su interior, sin embargo paulatinamente esa expectación se ensombrece cuando a medida que avanza la historia, vemos que el personaje no avanza a la par y que la interpretación de Stella es lineal y no experimenta ningún tipo de variación durante los 103 minutos de la cinta, ello a pesar de las múltiples y muy variadas situaciones en que se ve envuelta y que le brindan a la actriz la oportunidad de desarrollar su personaje y enriquecerlo, pero que son tristemente desaprovechadas.
Otro problema es la falta de conexión a la hora de contar la historia, ya que en muchas ocasiones da la sensación de que la historia da saltos y no termina de hilarse o rematar adecuadamente muchas de las cuestiones que se van planteando. Además, otro problema en la visión de la película está en la cantidad de momentos o escenas que deberían tener una relevancia para el desarrollo de la narración pero que pasan sin pena ni gloria, o sencillamente cuestiones a las que sí se les da importancia pero que al final de la película, su resolución queda en el tintero. También se recurre en exceso al instrumento de la voz en off de la niña como medio de narración de la historia, matando la aportación directa que los demás actores pudiesen hacer para ayudarnos a encarrilarlo todo.
Finalmente, tampoco aporta ningún valor añadido a la obra la banda sonora, la cual si bien tiene un par de momentos buenos, su peso resulta prácticamente inexistente, por lo que no hay mucho que decir sobre un elemento del cine que podría haber ayudado a salvar un film con tantas carencias.
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