Three

Three: Excitante provocación

El último instante de Three demuestra que Tom Tykwer ha vuelto a la senda de la provocación más descarada recreándose con un enigmático (en cuanto a la casualidad) ménage à trois. Un pulso narrativo original, directo, sensible, excitante, una banda sonora repleta de oníricos temas universales como la increíble y bien rescatada Space Oddity de ese genio de la ambigüedad sexual llamado Bowie y un tratamiento sarcástico de temas tan serios como el amor o el engaño son los instrumentos con los que Tykwer analiza el comportamiento de tan contradictorios seres humanos.

 

El experimento de este director alemán está tan cerca de las incógnitas científicas, como de las filosóficas respuestas al secreto de nuestra existencia. Los opuestos axiomas que plantea recorren lentamente una película excitante y voraz en sus ganas de alterar la (in)consciencia del espectador. A Tom Tykwer le falta mucho todavía para volver a demostrar el talento que le llevó a dirigir Corre Lola Corre pero afortunadamente da un carpetazo al estilo con el que moldeó su insulsa versión cinematográfica de El Perfume.

 

Three

 

El alma audaz y libre del realizador se envuelve entre las sábanas de tres personajes enamorados. Hannah y Simon son una feliz pareja. Hannah conoce a Adam. Adam conoce a Simon. El sexo y los engaños se entremezclan entre estos tres personajes a los que se les ve demasiado los inevitables hilos de un forzado guión donde la casualidad es abrumadora. Sophie Rois, Sebastian Schipper y Devid Streiesow son los encargados de trasladar a mundo terrenal las pasiones de estos tres atractivos individuos. Atractivos pero dulcemente terrenales.

 

 

Excitar no entra en los planes de Tykwer, al menos en su sentido sexual. El peligroso juego que entablan estos tres adultos estirados no calentará demasiado, pero sin embargo agitará las conciencias más cuadriculadas, no se sientan intimidados, entren a bailar al lento son de un filme que consigue evitar el hastío en este manido tema del trío sexual.

 

El amor compartido, uno, dos y tres, algo siempre falla, pero hasta donde Tykwer quiere contarnos todo funciona, después ya veremos. La incredulidad de algunos espectadores actuará como escudo hacia lo salvajemente incorrecto para despreciar esta sórdida apuesta que gana cuanto más cerca está de la metáfora.

 

Como en esa secuencia inicial donde dos hilos telefónicos hacen el papel de los miembros de una pareja: tú abajo, paralelismo, felicidad, infidelidad (aparece otro hilo), arrepentimiento (desaparece), aburrimiento (se distancian)… Increíble reducción de algo tan complejo.

 

 

 

 

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