La pasada Quincena de Realizadores de Cannes nos dejó una película española llamada Carmen y Lola dirigida por la directora Arantxa Echevarría. En ella seguimos la historia de amor entre dos adolescentes gitanas con todos los inconvenientes y obstáculos que eso conlleva. Abre con el personaje “más tradicional”, Carmen, una chica de 17 años que está a punto de casarse para tener hijos, algo muy habitual en el mundo gitano. Los primeros minutos del film sirven para mostrar esa realidad, una realidad oculta para la mayor parte de nosotros. Todo en la vida de esa adolescente parece ir tal y como manda la tradición hasta que se encuentra con Lola, otra chica de su edad con una inquietudes vitales diferentes.

Aunque en términos globales la película sea ficción, la directora sigue a sus protagonistas con un estilo muy cercano al documental y con elementos de cine social, moviéndose por espacios reales y con actores amateurs, lo que le da ese toque de verdad. Precisamente uno de los puntos fuertes de Carmen y Lola son esas interpretaciones por parte de actrices y actores sin ningún tipo de estudios en este campo; pero no solo las de las protagonistas, todos los personajes secundarios: los amigos, los familiares… hacen un trabajo tan bueno que crea esa sensación de realidad. Por lo tanto hay que darle un aprobado con nota a la parte de dirección.

Los peros de la película surgen por el abuso de los “clichés”,  que a veces pueden llegar a ser una molestia. De aquí es donde ha surgido la polémica con Carmen y Lola, y es que sí, era de esperar que una película con esta temática haya tenido sus detractores, especialmente dentro de asociaciones gitanas alegando una estigmatización y estereotipación del pueblo gitano.

La propia directora en una entrevista habló de esos clichés explicando que, por desgracia, todos esos elementos que incluyó en la película estaban sacados de la realidad y de las palabras de mas de 1200 gitanos que entrevistó para el casting y quienes contaron su historia.

Polémicas aparte, lo que es innegable es que Carmen y Lola quiere contar una historia de amor, en un contexto especifico y con el cine social de por medio, pero sin salirse de su verdadera meta, y es en este aspecto donde consigue brillar. Puede que no sea la película más elaborada o compleja del año pero es en su sencillez y espontaneidad donde acaba ganando.