La historia de Júlia, una estudiante de arquitectura que realiza un año de Erasmus en Berlín, es el proyecto de fin de carrera de Elena Martín, un largometraje que ella misma co-escribe, dirige y protagoniza. Para ser un proyecto de este tipo, la producción es sorprendente, haber podido rodar en Berlín, ya lo dice todo y la directora aprovecha los recursos que le da la ciudad.
El tema del Erasmus no está tratado en el cine y, a día de hoy, es algo cada vez más frecuente en Europa, así que, como premisa, ya resulta interesante porque el contexto para presentar una historia del vacío existencial de esa generación ya es algo inexplorado. El problema es que la protagonista recuerda considerablemente al personaje de Lena Dunham en Girls o a cualquiera de los papeles de la filmografia de Greta Gerwig, una mujer enfrentada a un mundo de hombres en el que no quiere depender de nadie. Si a esto le sumamos que se trata de una persona que está sólo durante un tiempo, en una ciudad que no es la suya, comprendemos su incapacidad para adaptarse porque todas las personas de allí saben que su paso va a ser temporal y no vemos vínculos emocionales más allá de las relaciones sexuales que tiene con un chico, su compañera de piso o un proyecto de arquitectura en el que se involucra.
Como se decía al comienzo, este concepto de la soledad es algo cada vez más explorado por cineastas jóvenes, María (y los demás) es un ejemplo de esto. Una corriente que ve afronta con pesimismo la vida, que aunque la gente esté rodeada de otras personas, uno siempre vivirá y estará solo. Ese sentimiento es el que mejor refleja Elena Martín en su película y le ayuda mucho el enfrentarse a una ciudad tan radical como la capital alemana.
Sin embargo, lo que parecía prometedor, se convierte en algo disperso en su última media hora cuando da la sensación de no saber como cerrar la historia y de haber ciertos añadidos (que parecen rodados con otra cámara), el tono cambia, la luz, no parece Alemania y desconcierta mucho.
Recientemente se ha publicado un polémico artículo que cuestiona a la generación de Elena Martín (y la de un servidor), la generación llamada Millenial, tachándola de vacua, conformista y quejica, que no crea y sin aspiraciones, todo bajo una falsa idea de tristeza y melancolía. Júlia Ist muestra este desconsolado sentimiento de la soledad y, es que, esta generación ha aceptado que estar rodeado de gente no implica no sentirse solo, el ser humano (en su estado de confort o no) se enfrenta en todo momento a su propia existencia y eso es algo que esta película y toda una generación está asumiendo con melancolía y cinismo, prepárense para lo que llega.
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