En un mercado como el de los superhéroes, poco accesible a nuevos lectores más allá de las historias de los grandes iconos (los Batman, Superman, Spiderman…) debido a la saturación de propuestas, que además (y esto es lo importante) suelen estar conectadas entre sí (un modelo trasladado, de momento, con éxito al cine, véase Los Vengadores de Joss Whedon y todo el universo cinematográfico marvelita).
Por ello, series como Injustice: Gods Among Us o esta Liga de la Justicia 3000 suponen un verdadero soplo de aire fresco para el seguidor. Son colecciones que funcionan al margen de continuidades oficiales y que reinterpretan a unos personajes en ocasiones ya quemados, haciéndoles atractivos a nuevos y veteranos lectores. Esta es la gran ventaja de los multiversos que tanto gustan en Marvel y DC, pero que salvo raros casos, estas no terminan de explotarlos del todo, limitándose a miniseries casuales o a tramas en sus series habituales en las que la injerencia de un mundo alternativo o de otro tiempo puede destruir el mundo. Y cuando apuestan por series de largo recorrido la interacción con esa Tierra “oficial” aparece antes o después (ahí está el caso de la línea Ultimate de Marvel).
Hasta que llegue ese momento –esperemos que tarde– Liga de la Justicia 3000 ya se presenta como una serie a tener en cuenta. A diferencia de la encarnación de la Liga de Injustice, esta no pertenece a un universo alternativo, sino al futuro lejano (mil años) de las aventuras que se narran en la mayor parte de las cabeceras de la editorial –aunque para el caso de verse liberado de las ataduras argumentales viene a ser lo mismo–, en un ejercicio que, salvando las distancias, recuerda al ya lejano y mítico cosmos de Marvel 2099.
La historia orquestada por Keith Giffen y J.M. DeMatteis (e ilustrada por Howard Porter) nos presenta un mundo en el que el ser humano ha alcanzado las estrellas y colonizado otros planetas. Un esperanzador futuro cortado de raíz tras la aparición de Los Cinco, unos misteriosos seres de poderes cuasidivinos que han instaurado un imperio del terror. Y es como medida desesperada como entra la Liga de la Justicia en juego. En resumen, la eterna lucha del bien contra el mal, seres poderosísimos dándose de tortas entre sí.
Los guionistas son muy conscientes de lo poco innovador de su historia (al menos en estos primeros números), transitando por los lugares comunes de los relatos de superhéroes, por lo que dedican todo su esfuerzo en construir unos personajes realmente interesantes, muy alejados de la imagen que tenemos de ellos. Maticemos, más que alejados, reducidos a una imagen peyorativa y reduccionista de sus personalidades. Así, esta encarnación de Superman es un ególatra que se da unos exasperantes aires de superioridad (vamos, la imagen que de él siempre ha tenido Lex Luthor). Wonder Woman, por ejemplo, es definida casi como una psicópata sedienta de sangre. Lo mismo con Flash, Green Lantern y Batman. Todo lo contrario que Injustice, donde tipos como el Caballero Oscuro o Barry Allen, salvo por su indumentaria, son calcados a sus contrapartidas “convencionales”.
Estas “nuevas” personalidades genera una dinámica entre los personajes realmente divertida, dando lugar a continuos choques entre ellos (en especial entre Bruce Wayne y Clark Kent) y unos diálogos cargados de humor. Aspecto este de especial relevancia pues crea un atrevido contraste con el contexto en el que se mueve la historia, agobiante, oscuro y dominado por el miedo.
Con estos ingredientes, el futuro de Liga de la Justicia 3000 parece bastante prometedor.
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