Asalto al poder

Asalto al poder: Yes, we fight

Estallidos, caos, persecuciones, presidentes estadounidenses, complots… y acción, mucha acción: la trama que hemos visto mil veces y hemos padecido otras tantas. Asalto al poder es un torbellino repleto de explosiones a escala inconmensurable. Podría parecer un déjà vu, pero no lo es. De hecho, la última vez que fuimos testigos de la temática fue hace solamente unos meses, en Objetivo: La Casa Blanca (Antoine Fuqua, 2013).

 

Como siempre, mejor que sobre a que falte. Por balas y efectos especiales que no sea. Esa es la filosofía que secunda Roland Emmerich, doctor honoris causa en el género de acción. En tal percal ha enrolado a Channing Tatum y Jamie Foxx. La cinta se puede definir como una mezcla de El Guardaespaldas sin toque romántico, con tintes de patriotismo acérrimo insertados en una descomunal hecatombe, y sin olvidar otro de los pilares básicos, la familia. Que no falten los tópicos asiduos.

 

Como la Casa Blanca, (su título en inglés es White House Down), una más del reparto. Los avances tecnológicos han permitido que ahora Emmerich se ensañe con la residencia presidencial, mucho más de lo que pudo en Independence Day (1996) hace unos cuantos lustros. El porqué de esta obsesión con el edificio podría entenderse mejor con un estudio freudiano al realizador. Por otro lado, más allá de ver caer al símbolo del poder, el guion busca extasiar al público con escenas de persecuciones y peleas. A ese esquema le añade los chascarrillos de turno, como la alusión a Independence Day, las Jordan que se calza el presidente Sawyer (Foxx), etc.

 

Channing Tatum en Asalto al poder

 

Por muy pequeña que sea, siempre hay novedades en el más que toqueteado argumento, y es que aquí no cuenta con unos villanos al uso; éstos están dentro de Estados Unidos –algo a lo que el gran público no está muy acostumbrado– así que, como buenos leales a su nación, los buenos también deben pararles los pies. Quizá los giros no sean lo más brillante, pero consiguen el tono exacerbado y acelerado. Tales historias descomunales tienen la costumbre de durar noventa minutos; Asalto al poder consta de 131 minutos y no se hace cargante. En más de dos horas da tiempo a que Channing Tatum se luzca y dé muestra de cómo combatir contra una horda de terroristas.

 

A él no le ha hecho falta prepararse el papel mucho. Con sólo recordar el trabajo de los G.I Joe le ha bastado. Y bien es cierto que también es papá, como su alter ego aquí, John Cale. Sin llegar a ser una actuación merecedora de estatuilla, el chico recoge todos los estereotipos del perfecto padre made in USA. El hombre más poderoso de la Tierra no podría tener un ángel de la guarda mejor que Channing. Jamie Foxx en cambio ha tenido que olvidar a su adusto y perfecto Django para saber cómo actúa el mandatario ideal, y lo borda. Construye un presidente creíble, dentro de lo poco imaginable que sería este cataclismo en la realidad. Su interpretación parece enseñar la faceta de Barack Obama ante una situación así de rocambolesca.

 

Los secundarios saben estar más a la altura que la calidad narrativa: Maggie Gyllenhaall emana serenidad en todos sus roles, así que inmersa en estas lides de acción, tenía que ser ella la que intentara poner objetividad ante semejante cuadro. Los veteranos James Woods y Richard Jenkins no parecen que hayan tenido dificultades, ellos saben dar un punto de carisma a unos roles ya manidos. Por supuesto no faltan esos personajes estándar: la preadolescente más pendiente de su líder político que de Justin Bieber, un guía turístico entusiasta al que la jocosidad le hace parecer medio lerdo, el hacker histriónico y chiflado, o los mercenarios sin escrúpulos que gesticulan muecas…

 

White House Down, el último blockbuster del verano de 2013, contiene la trama que hemos visto mil veces, y sin embargo, nos sigue atrayendo y resultando inexplicablemente entretenida en la vez número mil uno.

 

Acerca de María Aller

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Madrileña. Comunicadora. Periodista. Sagitaria. Bonne Vivante. Cine. Y festivales, series, libros, cocina, deporte... recomiéndame!

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