Ambientación propia de la sala de prensa de La Casa Blanca. Seguridad al máximo, tapetes azules con el logotipo propio de la casa presidencial y tres estrados para ser ocupados. ¿Los mandatarios? Roland Emmerich, Jamie Foxx y Channing Tatum, director y actores de Asalto al poder (White House Down).

La trama se sitúa en el célebre edificio, cuando un grupo paramilitar irrumpe para secuestrar al presidente y el servicio secreto americano debe actuar por medio de un agente secreto que se encontraba en ese momento de tour con su hija. La película vuelve a poner al presidente de los Estados Unidos como personaje principal del argumento, interpretado por Foxx, que comparte protagonismo esta vez con el policía, del que se encarga Tatum.

De buen rollo entre tanta explosión

El casting y la preparación con las estrellas de Hollywood fue de forma casual, resaltó el director. «No soy amigo de las audiciones, prefiero las reuniones informales, así los actores se encuentran mucho más relajados«.

La paternidad es el otro frente que aborda la cinta, sobre todo el personaje de Tatum, padre de una niña de 11 años «Joey (King) y yo conectamos muy bien, además durante el rodaje me enteré que iba a ser padre«, comentó. «Poner una relación padre-hija es un buen contraste entre tanta explosión«, matizaba su compañero Foxx.

El protagonista de Querido John reconoció que al principio le intimidaba la situación: «Las películas de Emmerich son únicas y requieren mucho, sobre todo a nivel físico. Yo me encontraba en forma en ese momento y disfruté mucho el rodaje; traté más de acercarme al aspecto psicológico del personaje y buscarle una determinada perspectiva«. Este papel de Tatum ha sido muy diferente a la pequeña aparición que ha tenido en Juerga hasta el fin (Evan Goldberg, Seth Rogen, 2013) «Intento reírme de mí mismo, y en ese trabajo quería pasármelo bien con mis amigos«, señalaba entre risas, refiriéndose al elenco capitaneado por Seth Rogen y James Franco.

El tercer inquilino negro en la «White House»

Jamie Foxx se mete en la lista de actores que han hecho de presidente de su país, y el tercero que es de color (en la gran pantalla), precedido por Morgan Freeman (Deep Impact, 1998) y Danny Glover (2012, también de Emmerich). «Morgan habla de forma muy tosca y Danny es más susurrado«, –explicó mientras imitaba las voces de sus colegas de profesión–. «A mí me interesaba acercarme a la figura de Barack Obama, ha sido la principal fuente de inspiración«, argumentó. Foxx, que estaba ultimando Django Desencadenado (Quentin Tarantino, 2012) cuando le llamaron para este largometraje, destacó la preparación como algo muy efímero: «Nos reunimos en Nueva Orleans, y de repente ya estábamos corriendo por la Casa Blanca«.

Los tres destacaron el buen trabajo en equipo, en el que a veces hay aportaciones nuevas fuera del guion, como el momento en el que el presidente cambia sus zapatos por unas zapatillas de deporte. «No fue un acto planeado, a veces van saliendo cosas como esta en los rodajes, es parte de la química que surge en la grabación«, afirmaba Emmerich.

La Casa Blanca, la fijación de Emmerich

Aunque el estilo de la película ya se ha visto en anteriores ocasiones, hay determinados puntos que el público no acostumbra a ver, como que los malos aquí son americanos, «algo que es inusual«, explicaba el director.

Pero la película tiene un sello propio de su autor, la Casa Blanca, con la que tiene ya una estrecha relación profesional. A lo largo de su carrera, el realizador alemán ha recurrido a centrar la acción en el edificio de Washington. «En esta película no la estamos destruyendo; la Casa Blanca es un edificio inmenso, da mucho de sí. Vimos que quedaban bien ciertas secuencias. De hecho la Casa Blanca tiene muy buen aspecto en llamas, y da mucho juego cinematográficamente«, explicaba Emmerich sobre la emblemática residencia, protagonista de su película, que llega a las pantallas este viernes 6 de septiembre.

Foto: MARÍA ALLER