Auque no lo parezca, la papeleta que tenían Jon Watts, Tom Holland y el equipo de Spider-Man: Sin camino a casa era complicada. No solo por la promesa realizada en el desenlace de Spider-Man: Lejos de casa (abordar el escenario de un Spider-Man desenmascarado), sino porque los vaivenes de la negociación Marvel – Sony condicionaron un proyecto que, por si las moscas, debía cerrar el viaje de Peter Parker en el MCU, sin que necesariamente fuera definitivo. Por el camino no solo las negociaciones entre ambas compañías llegaron a buen puerto y se confirmó una segunda trilogía de Holland como el trepamuros, sino que el MCU se abrió al multiverso y Spider-Man miró a su pasado con la intención de reconciliarse con él. ¿El resultado? Un filme trepidante y emotivo, un homenaje a los 20 años de Spiderman en la gran pantalla y un punto y aparte en la trayectoria del personaje al lado de los héroes más poderosos de La Tierra.
Sin camino a casa arranca justo en el punto donde terminaba Lejos de casa, con la exclusiva de J.J. Jameson en torno a la identidad del trepamuros sonando mientras vemos los logos de las compañías. A partir de ahí asistimos a un prólogo que -con mucho sentido del humor- critica nuestra obsesión con las redes sociales y el poder de las fake news. Es una lástima que el devenir de la trama vaya por otros derroteros y esa lectura se diluya hasta desaparecer por completo. Pero claro, lo que sigue requiere tanta atención que deja poco espacio para explorar otras cuestiones.
Y es que las buenas intenciones de Peter y Strange para revertir la revelación de Jameson usando medios mágicos salen como podéis imaginar, tremendamente mal. Es aquí donde, como en Loki o ¿Qué pasaría sí…? el multiverso se torna real (no como en Lejos de casacon la historia de Misterio como gran héroe de su propio universo) y por accidente se ven atraidos a esta Tierra personajes como el Duende, Electro u Octopus… los mismos de las sagas de Spiderman y The Amazing Spider-Man. Más allá del morbo y la emoción de volver a ver a estos clásicos personajes como si el tiempo no hubiera pasado por ellos, lo interesante de su aparición es que podemos redescubrirlos a través de nuevos matices. A fin de cuentas están perdidos en un mundo que no es el suyo y el Peter Parker que tienen delante tampoco es el que conocen. La interacción de estos villanos con un Spiderman/Peter Parker con el que no les une un pasado sirve no solo para darles una nueva dimensión a estos, sino que resulta determinante en el proceso de aprendizaje de un Peter a las puertas de la adultez, con todo lo que ello supone. Y, al mismo tiempo, otorga una sensación de cierre a dos sagas que por diferentes motivos no vieron concluidas como debían sus historias (la saga de Raimi nunca llegó materializar su cuarta entrega y la de Marc Webb apenas pudo enseñar sus cartas respecto a los Seis Siniestros).
Spider-Man: Sin camino a casa concluye el viaje iniciado en Spider-Man: Homecoming (y Capitán América: Civil War). El viaje del héroe (al menos una primera etapa) de un Peter Parker primerizo que ha de decidir qué clase de persona quiere ser cuando sea mayor. A través de sus diferentes mentores (desde Tony Stark a Stephen Strange pasando incluso por Quentin Beck), sus amorios y amistades de instituto, los sacrificios y las perdidas personales… esta trilogía, que ha bebido desde su arranque del género teen (con John Hughes a la cabeza), ha terminado siendo un coming-of-age para el personaje. En clave heroica y fantástica hemos asistido al crecimiento de Peter Parker y su entrada en la vida adulta.
De esta forma, el poso emocional de Spider-Man: Sin camino a casa es un aspecto capital de la obra y a una escala mayor (que ya es decir con la muerte de Tony Stark de por medio) respecto a las entregas anteriores. El drama ha ido creciendo en cada capítulo, aunque sin perder nunca el tono optimista y divertido inherente a la franquicia. Y lo mismo puede decirse de la faceta heroica. Amenazas cada vez más grandes y peligrosas que culminan en una entrega que, a su manera, marca un antes y un después para Spiderman/Peter Parker en relación al resto del MCU. Con alguna salvedad (cierto villano está simplemente para completar el cupo) Jon Watts ha conseguido equilibrar ambas facetas (la de los personajes y la del espectáculo palomitero) y no se ha atragantado con el exceso de enemigos (que es una de las críticas recurrentes a Spiderman 3 de Sam Raimi).
Spider-Man: Sin camino a casa es la película del trepamuros que hemos querido ver desde hace años. Es uno de los títulos más redondos de todo el MCU y un gran homenaje al legado arácnido en el cine. Es la mejor forma de cerrar una etapa y abrirse a un futuro lleno de posibilidades.
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