Chaos Walking

Chaos Walking: Ruido sin inspiración

Cuando una película tiene que retrasarse hasta dos años (su estreno estaba previsto originalmente para marzo de 2019) para rodar nuevas escenas es lógico asumir que algo no funciona. Tras toda una odisea que parecía abocar al proyecto al olvido, Chaos Walking se presenta como un estimable entretenimiento -mejor de lo que cabía presagiar-, pero poco inspirado.

 

Daisy Ridley

 

La premisa no puede ser más sugerente: En un planeta colonizado años atrás, los hombres son incapaces de esconder sus pensamientos, una suerte de aura (a la que llaman «ruido») pone al descubierto todo lo que se les pasa por la cabeza. Con temple y práctica hay quienes son capaces de controlar su ruido; no es el caso de Todd, un libro abierto. ¿Y las mujeres? No las hay… hasta la llegada de Viola. Y el cast (Daisy Ridley, Tom Holland, Mads Mikkelsen, Demián Bichir…) tampoco puede ser más atractivo. Sobre el papel, Chaos Walking parece una apuesta segura; y sin embargo falla en la ejecución.

 

Tom Holland

 

La película aporta agudas ideas y plantea cuestiones de rabiosa actualidad que van desde la evidente reflexión sobre los roles y la igualdad de género, a la exploración de este distópico Salvaje Oeste a través de su particular idiosincracia y del concepto del ruido. Doug Liman presenta una tierra hostil y desesperanzada que ante la llegada de un elemento externo muestra su mejor y su peor cara. Lamentablemente muchas de estas cosas debemos de imaginarlas, porque Chaos Walking se queda en al superficie de casi todo. Le cuesta profundizar en unas cuestiones y otras. Las señala para que sepamos que están ahí, pero no parece interesarse en ellas, reduciendo todo el universo expuesto en sus primeras secuencias a un entretenido -pero convencional- relato de persecuciones y supervivencia.

 

Mads Mikkelsen y Daisy Ridley

 

Lo que le interesa al filme es explotar el carisma de sus famosos protagonistas y cumplir con las (falsas) expectativas del que considera su público: el mismo de sagas como Los Juegos del Hambre o el corredor del laberinto. Asimila la fórmula y la replica sin procesarla, enterrando las virtudes propias que podrían haberle dado entidad a la propuesta. Al final nos queda un entretenimiento cojo, que se queda a medio camino de lo que podría haber sido y que se olvida con la misma rapidez con la que vuelan los pensamientos.

Acerca de Daniel Lobato

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El padre de todos, pero como a Odín, se me suben constantemente a las barbas. Periodista de vocación cinéfila empecé en deportes (que tiene mucho de película) y ahora dejo semillitas en distintos medios online hablando de cine y cómics. También foteo de cuando en cuando y preparo proyectos audiovisuales.

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